JAVIER VILLAN
'La isla del tesoro'
Textos de Neruda, Handke, Barril y Ollé. / Dirección: Esther Nadal y Ollé. / Intérpretes: Isabelle Bres, Karla Junyent y Esther Nadal. / Escenario: La Abadía de Madrid.
Calificación:
MADRID.- De las tres palabras con que Joan Ollé define este juguete escénico -poesía, tontería y música- me quedo con tontería; una deliciosa tontería verborréica, pues deliciosas son las tres actrices que manejan este ingenioso discurso con riqueza de matices y una inocencia cautivadora: Bres, Junyent y Nadal.
El texto de La isla... es un texto abierto y teatralmente inane; tanto que, en vez de una hora, podría durar tres o cuatro y así hasta el infinito, depende de la voluntad de los autores para manejar el diccionario, para las asociaciones verbales o para interpretar los refranes; o para injertar algunos textos nerudianos. Las posibilidades absurdas del idioma pueden ser infinitas.
A todas las palabras, convenientemente adjetivadas por calificación heterodoxa o por yuxtaposición simple, puede hallársele un sentido infinito. Lo malo es que esa infinitud puede ser la infinitud primorosa de la nada. Los refranes pueden ser puro delirio y los Veinte poemas de amor convertirse en la cantinela de los niños de San Ildefonso en la lotería.
Vale; la poesía de Neruda queda bien con esa salmodia cantarina; el chileno la salmodiaba con el ritmo cansino de sacerdote antiguo y tampoco quedaba mal. Al final La isla del tesoro añade un toque infantil y viejo; desde el escenario una actriz dice una palabra y la gente, siguiendo el esquema deductivo o acumulativo del juego, completa la frase. La respuesta participativa no fue entusiasta, pero demostró que algunos se estaban divirtiendo. A ratos, yo también.
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