ESPANYOL 3
BARCELONA 1
O. LLUIS COMPANYS. 31.450 ESPECTADORES
Kameni
Velasco
Jarque
Torrejón
Chica
Moisés
De la Peña
Rufete
Luis García
Riera
Tamudo
Cambios: S. Sánchez por Velasco (m. 61)
Pandiani por Tamudo (min. 68) Jônatas por De la Peña (min. 79) s.c.
Valdés
Belletti
Puyol
Márquez
Gio
Edmilson
Iniesta
Xavi
Giuly
Gudjohnsen
Ronaldinho
Cambios: Saviola por Giuly (min. 46)
Motta por Gudjohnsen (min. 63)
Oleguer por Iniesta (min. 85) s.c.
Velasco y Moisés cortan la entrada en el área de Iniesta, anoche en el estadio de Montjuïc. / MANU FERNANDEZ / AP
Arbitro: Daudén Ibáñez
Tarjetas amarillas: Rufete, Márquez, Velasco, Tamudo, Puyol, Luis García, Moisés, Pandiani, Riera y Sergio Sánchez.
Goles: 1-0: Luis García (min. 31); 1-1: Saviola (min. 60); 2-1: Tamudo (min. 65); 3-1: Rufete (min. 91).
BARCELONA.- La desgracia es romántica, épica. Resultaría imposible vivir sin sentirse de vez en cuando el más desdichado del mundo. Dicen que las alegrías permanentes son contraproducentes. Aunque al Espanyol, todo eso le debía sonar a cuento chino. Ya llevaba el equipo blanquiazul más de cinco años intentando darle esquinazo a su desventura, aguardando la oportunidad de adueñarse de la gloria a costa de su vecino; el guapo, el adinerado. Y ayer, en el mejor derbi del último siglo, partido en que reaparecieron conceptos tan necesarios como la intensidad y la mala leche, el Espanyol se sintió por una vez la reina de la fiesta. El Barça, cansado, endeble y despistado tácticamente, continúa con su dubitativo transitar liguero. La goleada de anoche, sin duda, tendrá consecuencias.
El fútbol del equipo de Ernesto de Valverde carece de la pirotecnia azulgrana, pero poco importa. Ayer se impuso la pasión. Asombró la fuerza y la agresividad con la que los blanquiazules afrontaron el choque, siempre al límite de la legalidad, presionando hasta la extenuación la salida de balón de los centrales barcelonistas y dejándose el corazón para evitar que Iniesta y Ronaldinho hicieran suyo el guateque. Aunque todo fútbol de guerrilla sería poco menos que un suicidio sin tipos como De la Peña, Luis García o Tamudo, tres futbolistas con la calidad suficiente para alejar al Espanyol de la indiferencia deportiva.
Tamudo, futbolista que a sus 29 años ya es una leyenda viva del espanyolismo, tardó media hora en aparecer. Pero en su primera incursión, con ese trote tan extraño como ágil, lleno de pillería, el delantero de Santa Coloma fabricó el primer tanto de los suyos. Escorado en la banda izquierda del ataque blanquiazul, Tamudo se encontró con que los defensas azulgrana no se entendían a la hora de marcarle. Acudió Puyol, que no acertó a la hora de atajar la incursión de ariete blanquiazul. Caracoleó el ariete del Espanyol hasta la línea de fondo hasta que centró al corazón del área. Allí esperaba Luis García, y ante la pasividad defensiva de Edmilson se sacó un espectacular remate de medio lado capaz de dejar a Valdés sin respuesta. Poco después, el propio Tamudo, arrancando desde la misma posición y esta vez ante Márquez, volvió asistir con tremendo peligro, aunque esta vez Rufete se quedó a un palmo de llegar al balón.
No es que el Barça estuviera protagonizando un partido horroroso. Al menos en la primera parte, controlaba el balón y llegaba al ataque con relativa comodidad. Pero parecía que prefería dejarse llevar. Quizá confiaba en un Ronaldinho que había salido dispuesto a convertirse en el rey del derbi. Y lo hubiera conseguido si el travesaño no le hubiera birlado el gol a los diez minutos. El brasileño sigue finísimo en los lanzamientos de golpes francos, y ayer mostró su última versión. Rondando los 30 metros, Ronaldinho se sacó un zapatazo que casi revienta el larguero de Kameni. También estuvo lúcido el astro en una asistencia picada hacia Gudjohnsen que el islandés, muy gris ayer, no supo controlar.
Tan excitado andaba el brasileño que hasta se atrevió a abroncar al banquillo del Espanyol después de la enésima entrada brusca de Velasco. Justo después, Ronaldinho se tomó su venganza a su manera, ridiculizando a Rufete con una virguería técnica de esas que suelen costar piernas.
El Espanyol, mientras, seguía a lo suyo. Pendiente del buen hacer de su sistema defensivo, y de los desmarques de Tamudo y Luis García, siempre bien interpretados por un excelente De la Peña, guía de todos los ataques blanquiazules.
Rijkaard ya se husmeaba lo peor, así que inició el segundo tiempo rescatando del banquillo a Javier Saviola para que cambiara el panorama. Y el Pibito, como no podía ser de otra forma, respondió con un gol en su primera intervención. Recibió en la frontal, dejó sentado a Jarque, y ante el acoso de Chica y Torrejón disparó con el alma para colocar el empate.
Una alegría del todo efímera por obra y gracia de Tamudo. Gio, completando la terrorífica noche de la zaga azulgrana, perdió de vista a Sergio Sánchez. El canterano centró al punto de penalti para que el ariete del Espanyol, de testarazo en plancha, le diera la victoria al Espanyol y provocara la ira de Rijkaard. El holandés hizo trizas un cristal de su banquillo de certero puñetazo, y quizá hubiera acabado mordiendo las sillas si Pandiani hubiera aprovechado tres ocasiones clarísimas para anotar el tercer tanto. En la primera rozó el palo, en la segunda lo besó, y en la tercera fue Valdés el que le arrebató el tanto. Ya no pudo hacer nada el meta del Barça en el gol de Rufete cuando el partido ya agonizaba y en una contra que volvió a desnudar las vergüenzas defensivas del Barça.