RADOMIR ANTIC
No salgo de mi asombro. El Real Madrid, sí, el mejor equipo del mundo en el siglo XX, ha perdido definitivamente su señorío. Las formas son importantes. El fondo también, y creo que algunos se están equivocando en el análisis de sus problemas, pero es que no se puede mantener una línea de falta de respeto a grandes estrellas como la que está siguiendo este club en los últimos tiempos. Ya lo hicieron mal con Zidane, cuando tuvo que despedirse sin que le acompañara un solo portavoz del club y sin ningún acto especial o muestra de agradecimiento público. Sí, supongo que él mismo dijo que no quería fuegos artificiales, pero la sociedad tendría que haber buscado algún detalle. Que no era un cualquiera, que era Zidane.
Con David Beckham, un magnífico futbolista y un profesional que jamás ha ahorrado una sola gota de sudor, se ha perdido otra buena oportunidad para demostrar caballerosidad. No se puede tratar así a un futbolista como el inglés.
Es más, ni siquiera le han dicho a la cara que no cuentan con él. Se ha enterado a través de la conferencia de prensa de un entrenador que, por lo que veo un día sí y otro también, ha encontrado el refugio de esta presunta renovación a mitad de temporada, en el momento más inoportuno posible, para escapar de la realidad. Y esa realidad es que no tiene un solo argumento que sostenga su apuesta. El Madrid no juega, renuncia al balón, se deja zarandear por el contrario y se pueden contar con los dedos de una mano los partidos en los que ha llevado la iniciativa o al menos lo ha intentado.
Para colmo, estas medidas tan duras se están tomando con jugadores que han tenido escasa incidencia hasta ahora en el juego tan deficiente que ha mostrado el equipo desde que arrancó la temporada. Una muestra más de la falta de argumentos. La idea futbolística de este Real Madrid hasta ahora es la más opuesta a la que puede proponer un equipo con ambición y con deseos de grandeza, eso que siempre ha tenido el club blanco. Con este maltrato al que somete a sus estrellas, veo complicado que otras grandes figuras quieran venir en un futuro al Santiago Bernabéu.
El Real Madrid debe calmarse, mirar al terreno de juego y olvidar esta dañina caza de brujas que está llevando a cabo. El equipo sigue vivo en la Liga, en los octavos de final de la Champions League y con todas las opciones abiertas en la Copa del Rey. Tiene tiempo de mejora. No es un imposible que este equipo termine ganando algún trofeo. Pero el bloque debe crecer desde el césped. Primero, mejorar su juego, cambiar la imagen de debilidad dada en los últimos tiempos. El entrenador tiene que intentar aislar al vestuario del terremoto institucional que vive la entidad y centrarse en el balón en vez de seguir disparándose al pie. Desde la unión e implicación de los jugadores con el escudo y su técnico, el equipo puede levantar la cabeza. Si no, sólo espera el abismo.
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