El Madrid de Colón a Alcalá se vistió ayer con la bandera de Ecuador y dio una lección de civismo y ciudadanía. En la marcha no hubo palabras malsonantes ni críticas directas a los populares, aunque su ausencia y, especialmente la del alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, protagonizó algunos de los escasos lemas coreados por la multitud.

«El alcalde, ¿dónde está?» repetía insistentemente el público venido desde todas partes de España. Los manifestantes también echaron un cable al presidente del Gobierno, que tampoco acudió a la manifestación, y, de cuando en cuando, le coreaban: «Zapatero, no estás solo».

Al término del acto, con la emblemática puerta de Alcalá de fondo, la escritora Almudena Grandes y la ecuatoriana Lucía Rosero, del Canal Latino de Barcelona, leyeron un comunicado en el que reclamaron la unidad de los demócratas para derrotar al terrorismo. Y avisaron a los políticos de que no se entendería que «no hiciesen todos los esfuerzos necesarios» para lograr la paz.

El documento final criticaba a la banda terrorista por «esta muerte absurda, sin sentido e inútil» que ha hecho «añicos la esperanza honestamente alimentada durante un amplio periodo de tiempo» por los ciudadanos de este país.

No hubo polémicas y por increíble que parezca, hasta la Delegación del Gobierno y la Comunidad de Madrid casi coincidieron en la cifras de asistentes. La primera dio 174.824 mientras que el Gobierno madrileño habló de 210.000, por lo que en esta ocasión no se repetirá la guerra de cifras que se ha venido produciendo con las manifestaciones de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), también ausente del acto.

Los convocantes de la protesta, CCOO, UGT y la federación de ecuatorianos Fenadee, no quisieron facilitar ningún número de asistentes, aunque hablaron de cientos de miles y no ocultaron su decepción por las bajas cifras oficiales. Desde la Fenadee alegaron que las imágenes hablaban por sí solas. Los organizadores quisieron dar el protagonismo a la sociedad civil y por este motivo, en primera línea, portando el lema, no hubo presencia de políticos.

La pancarta era un cóctel heterogéneo en el que dirigentes sindicales, artistas, escritores, representantes de las asociaciones de víctimas y de inmigrantes ecuatorianos tiraban del carro. Allí estaba el Premio Nobel José Saramago codo con codo con Vladimir Paspuel, de la asociación ecuatoriana Rumiñahui; Cándido Méndez, secretario general de UGT, al lado del director general de Atención a las Víctimas del Terrorismo, José Manuel Rodríguez Uribes y el líder de CCOO, José María Fidalgo compartiendo pancarta con la escritora Almudena Grandes.

Del mundo del artisteo no faltaron Cayetana Guillén Cuervo, José Sacristán, Federico Luppi, Ana Belén y Loles León, que desfilaron una vez más como ya hicieron en su día contra la Guerra de Irak.

El Gobierno envió una escasa representación encabezada por el ministro de Trabajo, Jesús Caldera y la de Cultura, Carmen Calvo, una postura que, según argumentó, fue premeditada para no quitar protagonismo a los convocantes. Por el PSOE, se sumaron el presidente de la Junta de Andalucía y del partido, Manuel Chaves y el secretario de Organización, José Blanco.

Durante la marcha, el ministro Caldera criticó que el presidente del PP, Mariano Rajoy, se hubiera manifestado en esta legislatura en cinco ocasiones cuando «no había víctimas» y que ayer, con dos cadáveres recientes, no lo hiciera.

La presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Pilar Manjón, aprovechó para pedir perdón a los ecuatorianos por el «vergonzoso espectáculo» que se les ha dado durante la última semana con la polémica sobre el lema.

Cientos de inmigrantes ecuatorianos acudieron en masa desde todas partes de España para solidarizarse con Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Los vivas y aplausos a la bandera de Ecuador se sucedieron a lo largo de todo el recorrido. Allí estaban Sheila Nicol y Anaïs Fernández, dos niñas ecuatorianas, que portaban las banderas de su país: «Ecuador no conoce el terrorismo de ETA. Nosotros que vivimos aquí no pensábamos que nos iba a tocar», se quejó Víctor Tencela, un ecuatoriano empleado en hostelería.

Algunos no podían ocultar sus simpatías hacia el Gobierno, pero muchos otros habían acudido a manifestarse contra la banda terrorista, sin ningún tipo de orientación política. Así de simple, sin vuelta de tuerca ni segundas intenciones. «Me parece que hay que luchar contra el terrorismo. Hay que erradicarlo como sea. Yo no entro en política», aseguró María Luisa. También había grupos de jóvenes, aunque escasos, que dejaron el botellón durante una tarde de sábado para manifestarse en Colón: «No nos parece bien lo que ha pasado. Todos los partidos tenían que estar aquí. La paz es cosa de todos», se lamentó Irene, de 14 años.

Eran muchos los que, como Irene, se quejaban de la ausencia del PP, que decidió no acudir a pesar de que a última hora se incluyó la palabra libertad en el lema como ellos solicitaban. «Gallardón se ha ido al cine y la que no llega a fin de mes tampoco ha venido», ironizaba una señora.

Algunos carteles aislados apuntaban directamente a los populares -No estamos todos faltan los traidores o ETA prefiere al PP- , aunque la inmensa mayoría enarbolaba pancartas blancas con el lema Por la paz y contra el terrorismo junto a la paloma de Picasso.

La madre de Verónica Arequipa, la novia de Diego Armando Estacio, no podía ocultar su satisfacción por la masiva respuesta ciudadana: «Ha habido bastante gente. Todos unidos por la paz y para que no haya más muertos», decía María Felipa, que llevaba una camiseta con la foto de los fallecidos.

Al término de la marcha, al filo de las 20.00 horas eran muchos los que destacaban el ambiente de respeto que había reinado. «Los ciudadanos están dando un ejemplo de solidaridad con el pueblo ecuatoriano y una lección a sus dirigentes políticos», aseguraba un manifestante.