Pese a que en un principio estaba prevista la intervención de la portavoz del Gobierno, Miren Azkarate, al final de la marcha y con el único objetivo de agradecer a los asistentes su participación, fue Ibarretxe quien subió al estrado para afirmar, frente a cerca de 80.000 manifestantes, que ni él ni su Ejecutivo cejarán en su empeño de lograr «acuerdos políticos que permitan alcanzar la normalización política en este país».

Ibarretxe cerró con estas palabras una multitudinaria manifestación que careció en su recorrido de las numerosas incidencias que caracterizaron su gestación. La marcha fue convocada por el lehendakari de forma unilateral, y su lema inicial, Por la paz y el diálogo, provocó una estrambótica situación que incluso llevó a la ilegalizada Batasuna a sumarse a ella; al PSE a descolgarse, y posteriormente al propio lehendakari a modificar el lema e incluir una alusión expresa a ETA para que abandone la violencia.

Frente a estos avatares, ayer la manifestación estuvo presidida por el silencio, que sólo se vio interrumpido por los aplausos que dedicaron los manifestantes a la cabeza de la marcha. En ella transitaban, en segundo lugar, los responsables políticos e institucionales, después de la pancarta de la manifestación, en cuyo extremo se colocó una bandera de Ecuador.

Los miembros del Ejecutivo vasco ocuparon la segunda línea de la marcha, y a continuación les siguieron los representantes políticos e institucionales de todos los partidos, a excepción del PP y de la ilegalizada Batasuna. Entre ellos, la presidenta del Parlamento Vasco, Izaskun Bilbao; el presidente del Senado, Javier Rojo, y los ex lehendakaris Carlos Garaikoetxea y José Antonio Ardanza.

La manifestación cubrió en apenas una hora sus dos kilómetros de recorrido hasta el Ayuntamiento. Sobre las 18.05 horas, Ibarretxe realizó una encendida defensa del diálogo como elemento «indispensable» de cara a la resolución de «todos los problemas». «Sin diálogo simplemente no hay futuro, no hay esperanza», sentenció.

Además, el lehendakari no dejó escapar la oportunidad de proclamar que mantendrá la «iniciativa política» para «conseguir acuerdos políticos que nos permitan alcanzar la normalización en este país». Así, mientras el propio PNV y el PSE dan por rotas las conversaciones para tratar de alumbrar una mesa de partidos políticos, Ibarretxe volvió a invocar el diálogo para la «normalización», es decir, la superación del Estatuto de Gernika.

Nada más concluir su alocución y el minuto de silencio en memoria de los dos fallecidos en Barajas, un hombre increpó al jefe del Ejecutivo vasco y gritó «los vascos que no somos ni soberanistas, ni separatistas, estamos hartos de los separatistas», informa Vasco Press.

Otra interpretación

Las palabras del lehendakari y su interpretación del acto nada tuvieron que ver con la del secretario general del PSE, Patxi López, quien realizó una lectura más restringida del concepto de diálogo. López interpretó que iba dirigida, además de contra ETA, en favor del «diálogo entre demócratas» para «ser fuertes frente al terrorismo».

El líder socialista fue más explícito al asegurar que el atentado de Barajas enterró «las posibilidades de la propia izquierda abertzale de hacer política en este país».

López confió en que la multitudinaria manifestación constituya un «toque de atención» para el PP, que entendía que «no era el momento de la unidad de los demócratas para ser más fuertes contra el terrorismo», y para la izquierda abertzale, que «debe comprender de una vez por todas que lo único que puede hacer es alejarse, condenar y rechazar radicalmente la violencia».

También el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, lanzó un mensaje más neutro que el del lehendakari, al asegurar que la manifestación constituye una exigencia a ETA para que desaparezca el terrorismo, y para «reivindicar la palabra frente a la violencia» y «el diálogo en democracia como instrumento» frente a ella.

Por su parte, la presidenta de EA, Begoña Errazti, insistió en que se puede seguir manteniendo el proceso de paz «pese a quien pese», y lamentó que Batasuna haya «perdido una oportunidad de trabajar con el resto de partidos políticos vascos». Errazti confió en que «ni ETA ni cualquiera que utilice el argumento de la violencia intente impedir que este pueblo llegue a la solución política a la paz y a la normalización, la convivencia, reconocimiento de nuestros derechos, paz y diálogo».

El líder de Ezker Batua, Javier Madrazo, pidió a Batasuna que escuche «la voz de la sociedad», porque «un nuevo proceso de paz» requiere de una izquierda abertzale «independiente y autónoma».