Domingo, 14 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6237.
OPINION
 
Editorial
UN ÉXITO DE LOS CONVOCANTES, UNA OPORTUNIDAD PERDIDA DEL PP

Decenas de miles de personas recorrieron ayer las calles de Madrid para pedir paz como respuesta al atentado de ETA del 30 de diciembre. El acto fue un éxito de participación, una demostración de civismo y una muestra de la capacidad de convocatoria de los sindicatos y las demás organizaciones de la izquierda. Transcurrió sin altercados -salvo los incidentes puntuales contra algunos reporteros de Telemadrid-, y sin insultos ni proclamas generalizadas contra el PP.

Los hechos nos dan así la razón cuando dijimos que los populares deberían haberse sumado a la manifestación -igual que hicieron en anteriores ocasiones- ,por más que la convocatoria pudiera generar dudas. Es cierto que lo lógico es que el acto hubiera sido convocado por el Gobierno, como ha ocurrido siempre que ha habido un atentado con víctimas mortales, y que hubiera acudido el presidente, como lo hicieron todos sus antecesores en el cargo en similares circunstancias. Más aún en este caso, cuando el salvaje atentado terrorista se produjo, sin comunicación previa, en medio de una declaración de alto el fuego. Es cierto también que el protagonismo de UGT y CCOO entre los convocantes, restando importancia a los pioneros de la iniciativa -los colectivos de ecuatorianos-, podía molestar al centro derecha. Como también podría molestarle o incluso agraviarle el apoyo de algunos colectivos que se han significado por sus críticas al PP.

Los detalles del lema y de la redacción del manifiesto, que pusieron en guardia a los populares, resultan, a la vista de los hechos, insignificantes. Y eso que hubiera sido preferible una mayor contundencia a la hora de solicitar la derrota de ETA. O que algún párrafo del comunicado final, como el que se refiere a «la esperanza de que el ejercicio de la palabra traiga la paz», debería haber sido matizado para que no pueda ser interpretado como un respaldo a mantener el diálogo abierto con los terroristas.

Pero sopesando todo ello, el PP hubiera hecho un ejercicio de coherencia y responsabilidad acudiendo a la marcha y, al no haberlo hecho, da argumentos a quienes interpretan que en su oposición a la política antiterrorista del Gobierno predomina la intención de desgastarle. Es revelador el resultado del sondeo realizado por elmundo.es en el que, anoche, habían participado más de 40.000 personas. A la pregunta de si estaba de acuerdo con la postura del PP de no acudir a la manifestación, el 55% respondía negativamente.

Mención aparte merece la manifestación de Bilbao. Ésta sí fue convocada por el lehendakari, que no dudó en acaparar el protagonismo y darle al acto un sesgo partidista. Pese a no estar previsto, tomó la palabra para lanzar una apuesta por el «diálogo» y la autodeterminación -disfrazada del «derecho a decidir»-, y además advirtió de que seguirá planteando iniciativas al Gobierno, en lo que podría entreverse como el anuncio de un nuevo Plan Ibarretxe.

En definitiva, la jornada -en la que miles de personas salieron también a la calle en otra media docena de ciudades españolas- sirvió para reclamar la paz, pero dejó patente la división de los dos grandes partidos nacionales y abrió probablemente aún más la brecha que les separa. Fue, por ello, un éxito de la sociedad y un nuevo fracaso de los políticos.

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