Si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz (Confucio)
OPINION
Impresiones
La triste confesión de un ministro iraquí
Si a alguien le quedaban dudas de que Irak vive sumido en el caos desde el fin de la guerra, cambiará de opinión en cuanto lea las palabras del ministro del Interior del país, Jawad al Bolani. Este chií reconoce que -casi cuatro años después de la invasión- decenas de miles de miembros de las Fuerzas de Seguridad iraquíes escapan a su control. El problema no es sólo que 7.000 agentes de la nueva policía hayan sido expulsados del cuerpo por motivos que van desde la indisciplina a su oscuro pasado. El principal escollo para la seguridad proviene de las llamadas Fuerzas de Protección de Servicios (FPS), milicias armadas creadas por el administrador estadouniden- se Paul Bremmer y que no están adscritas a Interior, sino a cada uno de los ministerios. Este cuerpo no sólo es un obsceno foco de corrupción -la mitad de sus 150.000 efectivos son ficticios y se crearon sólo para que alguien se embolsara el dinero de sus sueldos- sino un instrumento muy eficiente al servicio de la violencia sectaria. Lo que viene a reconocer Al Bolani es que hay decenas de miles de chiíes y suníes armados y uniformados que no se hallan sujetos a la autoridad del Gobierno. No es de extrañar que muchos de ellos estén vinculados a los escuadrones de la muerte de uno y otro signo que siembran el terror en Bagdad. A la luz de este panorama, es muy difícil que la nueva estrategia de Bush para Irak sirva para frenar la violencia.