MADRID Y BILBAO. Los ecuatorianos no entienden nada. A dos de sus compatriotas se los llevó la bomba por delante, pero ellos siempre recordarán que la política ha hecho más ruido que la pólvora. Ayer, cientos de ecuatorianos vinieron a Madrid procedentes de distintos lugares de España. Lo suyo era una romería homenaje, una oración de silencio y estupor, un lamento seco, pero los gallos de corral cantaban tanto que eclipsaron su presencia.
Había dos clases de ecuatorianos: un grupo perteneciente a la Federación Española y otro a la Federación Madrileña (el mismo nombre pero distinto apellido). De estos últimos no se tenía conocimiento hasta pocos días antes de la manifestación. Fue como una aparición. No consta que reciban patrocinio económico, pero todo apunta a que han recibido unas cuantas ideas de prestado.
Las convocatorias de Bilbao y Madrid llevan profiriendo lemas desde hace una semana. Ayer tarde, cuando las manifestaciones salieron a la calle, ya estaba todo dicho: lo que sí y lo que no, y también lo que tampoco. Visto lo complicado que resulta llegar a un acuerdo, cabría plantearse si no sería mejor que a partir de ahora todo el mundo se manifestara con su consigna. Irían partidos políticos, sindicatos, asociaciones profesionales, comunidades de vecinos, en riguroso orden, formando grupos, subgrupos, especies y familias. El pueblo no es uno sino múltiple, y esa multiplicidad merece estar representada.
Los ecuatorianos miraban con sus ojos abiertos como platos. Nos han prestado los muertos y ahora los utilizamos como comparsas. Qué vergüenza.
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