ALBERT MARTIN
BARCELONA.-
La intensa sesión de baño y masaje que recibió el Barça en Montjuïc dolió en el Camp Nou más de lo que se pueda pensar. La mejor prueba de ello es que Rijkaard sigue dándole vueltas al derbi y a lo ocurrido durante el último mes de competición.Ayer, en víspera del choque copero de esta noche (21.00 horas, PPV), no dedicó ni un segundo al Alavés, al que su equipo derrotó en el partido de ida por un concluyente 0-2.
Más le interesa al técnico dar con el origen de los males de su equipo, y según dijo ayer, la respuesta se encuentra en el flojo tono físico de sus jugadores, que les impide desplegar la presión en la zona de creación del rival. «Físicamente no estamos a tope para conseguir presionar arriba», explicó Rijkaard, «y eso siempre ha sido una fuerza del Barça, nos ayuda a acortar el campo y a aprovechar nuestra técnica en espacios pequeños».
El entrenador holandés admitió que su equipo «no estuvo a la altura» en Montjuïc, pero se negó a admitir que a sus jugadores les faltara agresividad. «Nuestra mentalidad siempre es correcta, mis futbolistas dan la cara en el campo», aseguró. Rijkaard también se vio obligado a negar las acusaciones de que su equipo es conformista que ayer mismo hizo Cruyff en La Vanguardia, y reafirmó públicamente su rechazo a aplicar mano dura en el vestuario. «No tengo que castigar al equipo por la derrota, tenemos que crecer en el aspecto físico para jugar como queremos», insistió.
El técnico barcelonista defendió también la actuación de su zaga en el último partido y prefirió descargar las responsabilidades defensivas en todo el conjunto. «Cuando un equipo no aprieta las líneas, hay huecos, pero eso no es culpa de la defensa. La mejor defensa son los delanteros y a veces cuando atacamos mejor es gracias al coraje de los defensas», aseguró. Esta noche, con la presencia de Zambrotta y las bajas de Gudjohnsen, por decisión técnica, y de los lesionados Iniesta y Deco, el Barça podrá empezar a demostrar que ha comprendido lo que Rijkaard pide.
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