Camerata Académica del Mozarteum de Salzburgo
Solistas: Gil Shaham y Adele Anthony, violines./ Obras: Bach./ Fecha: 10 de enero./ Escenario: Auditorio Nacional.
Calificación: ****
Orquesta Nacional de España
Director: Juanjo Mena./ Obras: Chaikovski y Liszt./ Fecha: 12 de enero.
Calificación: ***
MADRID.- En la historia de la música hay compositores que ocupan su puesto en un estilo o en una época. Pero sólo algunos marcan un momento en el que se plantea una forma original de abordar el arte sonoro. Se ha dicho alguna vez, precipitadamente, que lo que hace Juan Sebastian Bach es sintetizar. El aserto tiene una parte de verdad, pero Bach en realidad da paso a una manera de escribir música que señala la modernidad hasta nuestros días. Buena prueba de ello son los conciertos para violín, bellísimas joyas que nos han presentado las Juventudes Musicales de Madrid. Decía Bach que cualquiera que hubiese trabajado como él lograría resultados semejantes a los suyos. Se equivocaba, porque el genio está por encima del trabajo, aunque ser aplicadito nunca viene mal.
La Camerata de Salzburgo es fiel a un estilo, pero sin sentido museístico. Esa gente toca con espíritu y emoción. Gil Shaham cuenta con la chispa divina y su esposa Adele Anthony, también violinista superior, le da la respuesta adecuada. Cada uno un concierto y los dos en el doble. También la oboísta Louise Pellerin nos impresionó en la preciosa obra para violín y oboe. Éxito enorme para una gran interpretación de esas páginas en las que Bach, partiendo de los inventores italianos, marca un camino de futuro.
También Liszt señala un momento de novedades, con el impulso del romanticismo y una serie de ideas personales y originales, bien aprovechadas por su ilustre yerno Richard. El título de su más popular poema sinfónico nos da una clave. Preferimos al Liszt recogido y concreto. En el monumental, muchas veces preludia, anuncia durante un buen rato que va a pasar algo, y luego pasa poco. No es el caso de la Sinfonía Fausto, con su impresionante final, en que el órgano se une al coro. Se lució la sección masculina del Coro Nacional, muy bien preparada por Mireia Barrera, y destacó la clara voz del tenor Agustín Prunell-Friend. Juanjo Mena, figura destacada en nuestra música, supo desarrollar la firme estructura y los mil matices de la inmensa partitura lisztiana, y la Nacional respondió con brillantez, rotundas sonoridades y refinadas delicadezas.
El enorme trabajo que supone este Liszt, casi desmesurado, perjudicó, sin duda, al telonero Chaikovski en su lírica obertura Romeo y Julieta. En ese comienzo se advirtió, pese a la excelente batuta, el ocio de las vacaciones, incluso con algunos problemillas de afinación. Pero Mena, la Orquesta y el Coro mostraron al fin su auténtica calidad.