JOAQUIN VERDEGAY
La deslumbrante fiesta de ayer en honor a Fernando Alonso y a la escudería McLaren ha servido para que algunos insistan en sus propósitos de hacer viable un circuito urbano de Fórmula 1 en el interior de Valencia, una iniciativa por la que muchos suspiran, pero que a mí me parece una auténtica aberración, tanto desde el punto de vista deportivo como del político. Las autoridades de la ciudad y de la Comunidad Valenciana no deberían perder ni un solo segundo en una idea que se me antoja una locura. Y digo que es una locura porque desarrollarla y hacerla realidad supondría una desorbitada e innecesaria inversión económica, unos 24 millones de euros. Un desembolso superfluo para un acontecimiento que sólo se ejecuta una vez, y más teniendo en cuenta que cerca de la ciudad se dispone del recinto de Cheste, que solamente precisa de unas ligeras mejoras para convertirse en un buen escenario para organizar las carreras de Fórmula 1.
Algunos alegan que el aspecto más positivo de los circuitos urbanos radica en la proximidad de los pilotos con el público, pero lo cierto es que con esa proximidad se generan más situaciones de riesgo, tanto para los deportistas como para los propios aficionados. Además, es incuestionable que la inseguridad es infinitamente mayor en una calle que en un tradicional circuito de Fórmula 1. A estas premisas desfavorables habría que añadir que el espectáculo pierde enteros porque los pilotos y monoplazas no pueden ofrecer todas las prestaciones para las que han sido preparados y diseñados. Además, los resultados deportivos en un recinto urbano siempre quedan adulterados, ya que en este tipo de escenarios intervienen, en mayor grado, el azar que el talento de los pilotos.
Aunque es cierto que un circuito urbano -creado contra natura- podría proporcionar una gran repercusión publicitaria para la ciudad de Valencia, también es verdad que las molestias que acarrearía entre la población (levantamiento de muros, cortes de calles y carreteras, ruidos, aglomeraciones, etcétera) serían gigantescas.
Por más que lo pienso, para los valencianos, levantar un circuito urbano representaría más perjuicios que ventajas. Hacer esa descomunal obra supondría un viaje estúpido, sobre todo, sabiendo que con la mitad de esos 24 millones de euros -toda una fortuna- se podría homologar el recinto de Cheste.
Joaquín Verdegay es vicepresidente de la Federación Española de Automovilismo.
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