Alemania resucita. El ministro de Economía alemán, el conservador Michael Glos, modificó ayer al alza la previsión de crecimiento que avanzó hace tres meses para 2007 y confirmó así el impulso que ha tomado la economía germana en apenas dos años. ¿Cuál será el crecimiento del Producto Interior Bruto [PIB] este año?, fue la pregunta de un periodista. «Entre un 1,5% y un 2%», contestó el ministro.
El pasado mes de octubre Glos lanzó unas previsiones que auguraban que la economía crecería un 1,4% en 2007, muy por debajo del 2,5% que registró en 2006, pero muy por encima del 0,9% que alcanzó en 2005. «La evolución de las exportaciones se mantendrá muy firme y el comercio exterior seguirá siendo un respaldo para la expansión», en palabras de Michael Glos.
El presidente de la Oficina Federal de Estadísticas, Walter Rademacher, intentaba aclarar la semana pasada que la reactivación de la economía alemana, una de las «locomotoras» de Europa, es algo más que el producto de una buena coyuntura económica general. «El crecimiento de 2006 no es efímero. Incluso en la construcción y el consumo el largo periodo de sequía parece tocar a su fin», manifestó ante la situación.
El Gobierno alemán no ha podido ocultar su alegría ante los buenos datos conocidos, si bien la contención fue la tónica dominante entre los ministros democristianos (CDU) y socialcristianos (CSU) de la gran coalición. Ninguno de ellos, comenzando por la canciller, Angela Merkel, puede dejar de admitir -y así lo ha hecho ésta en repetidas ocasiones- que parte de la «buena cosecha» recogida se debe a las decisiones tomadas por el anterior Ejecutivo de Gerhard Schröder.
Los buenos augurios se confirmaban con los datos del déficit, que ha dismuido hasta el 2% en 2006, cumpliendo así por primera vez con los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Este pacto europeo permite a los países miembros un déficit máximo del 3%.
Sanción de Bruselas
Durante cinco años, Alemania ha violado este requisito, lo que le valió a Berlín la apertura de un procedimiento sancionador por parte de la Comisión Europea, que podría quedar cerrado en esta primavera. El año pasado, el déficit del Estado fue de 46.500 millones de euros, frente a los 72.400 millones de 2005, cuando se situó en el 3,2% del PIB.
En recuerdo del impulso anímico nacional que supuso el triunfo organizativo del Campeonato del Mundo de fútbol el pasado verano, Michael Glos reconoció que 2006 ha sido un año de «éxitos» para Alemania. «La campeona del mundo de las exportaciones es también ahora una locomotora coyuntural», señalaba el titular germano, quien añadió también que «la política va por buen camino».
Para los expertos, numerosas son las causas de estos buenos resultados. Pero las dos columnas principales son el aumento de las exportaciones (12,4%, con un saldo positivo en la balanza comercial de 18.500 millones de euros) y el resurgimiento de la demanda doméstica (0,6%) a través de una mayor inversión de capital (7,3%) por parte de las empresas. La productividad, por su parte, se colocó en el 1,8%, un 1% más que en 2005. Cierto es que esa tasa de consumo -el talón de Aquiles alemán- se ha visto impulsada por el aumento del Impuesto del Valor Añadido que entró en vigor el 1 de enero de 2007 (del 16% al 19%, el mayor crecimiento fiscal de la Historia de Alemania) y que disparó las ventas de automóviles, muebles y materiales de construcción, entre otros. Esta medida prevé reducir la presión sobre las finanzas públicas y recortar los costos laborales no salariales. Pero pese a este escenario optimista, que nadie se duerma en los laureles, al menos así lo advertía estos días atrás la propia Merkel.