La cúpula del PP no percibió ayer razón alguna para modificar su posición contraria a la política antiterrorista del Gobierno. Ni se fía de la palabra de José Luis Rodríguez Zapatero sobre el final de un proceso que, en su opinión, el presidente no llegó realmente ayer a enterrar, ni cree que la anunciada reunión del Pacto Antiterrorista vaya a traducirse en una vuelta a la unidad de los dos grandes partidos en torno a una política común encaminada a la derrota de ETA.
Así se manifestaban ayer, de manera unánime, no sólo los dirigentes del partido, sino los portavoces parlamentarios y los barones territoriales que -en parte convocados por el propio Rajoy, en parte por propia iniciativa- arroparon a su presidente con su presencia en el Congreso de los Diputados.
Sus comentarios acerca de la «inconsistencia» del jefe del Ejecutivo y la «solvencia» del líder de la oposición daban fe de la «piña» que ayer se esforzaron en transmitir los cuadros del PP, entre quienes sólo faltaron, por problemas de agenda, los presidentes de la Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares, Francisco Camps, Ramón Luis Valcárcel y Jaume Matas, respectivamente.
No en vano, fue mucho menos unánime la percepción de los dirigentes populares acerca de la estrategia de Rajoy con respecto a la manifestación del pasado sábado. Sin atreverse a criticar abiertamente a su presidente, algunos reconocían en privado que tuvo razón Javier Arenas cuando, en el pasado Comité Ejecutivo, abogó por que el partido llevara la iniciativa política tras el atentado con la convocatoria de una movilización ciudadana.
Sea como fuere, el Comité de Dirección del partido avaló ayer la decisión de no acudir a la movilización de la izquierda y apoyó de manera expresa la manifestación convocada por el Foro Ermua para el próximo día 3 de febrero, antes de que lo hicieran, a su vez, el sindicato policial SUP y Ciutadans per Catalunya.
«No tenemos la más mínima duda», aseguró ayer Angel Acebes, en rueda de prensa, «de que la manifestación del sábado fue para respaldar la política de Zapatero y en contra del PP». Además, añadió el secretario general, la movilización del PSOE y los sindicatos «era en favor de la paz, cuando aquí no hay ninguna guerra, y -pese a las ambigüedades- del diálogo con ETA. Mientras, en la del Foro Ermua es muy clara, a favor de la libertad y de la derrota de ETA, que es precisamente lo que decía el Pacto Antiterrorista».
El número dos del PP dejó bien claro, antes de la propia comparecencia de Zapatero en el Congreso, que para los populares «no vale cualquier unidad» y que el consenso no puede ser un «pretexto para cambiar la política antiterrorista».
Bajo la misma filosofía, el PP anunció tras el debate que Rajoy se presentará en la anunciada reunión del Pacto con una lista de exigencias, entre las que incluirá la apertura de un procedimiento judicial para la ilegalización del PCTV.
Por su parte, el secretario de Seguridad, Ignacio Astarloa, advirtió, acerca de la ampliación del Pacto Antiterrorista a las demás fuerzas políticas -lo que denominó en Radio Nacional «la cuadratura del círculo»-, de que Zapatero tendrá «que optar» entre pactar la política antiterrorista con los partidos nacionalistas o hacerlo con el PP.