Sin atisbo de crispación en la oratoria, pero con un alarde de inclemencia política, el líder del PP afeó a Zapatero esta confesión tardía -«debió hacerlo antes», afirmó- y le reprochó haber hecho el ridículo ante ETA y ante España: «Usted no ha dado la talla ante la sociedad española. A usted le ha tomado el pelo un rebaño de asesinos, enemigos de los españoles, y el único responsable es usted, que lo tolera».

Arropado por los presidentes autonómicos del PP, por los portavoces parlamentarios de su Grupo y por los principales cuadros de su partido, Rajoy se mostró muy poco proclive a las «palabras huecas» de Zapatero y a las «componendas».

Así, si el repetido reconocimiento del «error» presidencial no hizo mella en el discurso de Rajoy, poco más hizo en su ánimo el anuncio de una próxima convocatoria del Pacto Antiterrorista. El presidente popular dejó ayer patente su absoluta falta de confianza en la palabra de Rodríguez Zapatero. «¿Qué vale su palabra después de todo esto? ¿Qué fiabilidad puede tener cualquier propuesta relacionada con el terrorismo que venga de usted? ¿Qué vale su capacidad de análisis?», le espetó, para añadir: «¿Dónde está la prudencia que debe guiar las decisiones de cualquier dirigente?».

IRA AL PACTO

El líder del PP dejó sentado que acudirá a la reunión del Pacto, tal como ha hecho con todas las convocatorias que le ha dirigido el presidente del Gobierno. Sin embargo, advirtió a Zapatero de que no permitirá que le utilice en este momento de crisis como mera «coartada» y le exigió una serie de «gestos» para que dicha reunión tenga un contenido estratégico y no sólo táctico o mediático.

«Usted haga lo que quiera», le dijo, «pero no me utilice como coartada». «Si quiere pactar conmigo», añadió, «lo importante es que usted rectifique, rechace cualquier acuerdo con los terroristas y les haga saber que no tienen otra salida que abandonar las armas».

Según argumentó Mariano Rajoy, para lograr ese apoyo del PP Zapatero «ni siquiera necesita un pacto», sino «cumplir con su deber y perseguir a ETA». Antes de que los dirigentes del Partido Popular aclararan en los pasillos que en esta primera reunión del Pacto pedirán al presidente la ilegalización del PCTV, el propio Rajoy apuntó otras condiciones para su buen fin.

LAS CONDICIONES

«Tiene que hacer gestos que permitan confiar en usted», le dijo Rajoy a Zapatero. «Proclame, sin tergiversar las palabras, que ha roto definitivamente su relación con los terroristas; asegure que ni ETA ni quien represente a ETA recibirán nunca concesiones políticas; solicite que esta Cámara revoque la resolución que le autorizó a dialogar; vuelva a colocar a Batasuna en la ilegalidad real y diga a los españoles que no se presentará bajo ningún nombre a las elecciones municipales; aclare en el Tribunal Europeo de Estrasburgo que Batasuna es una formación ilegal; y dé instrucciones al fiscal general para la apertura del juicio oral contra Egunkaria».

Más que gestos, éstas fueron, en boca de Rajoy, las condiciones para la recuperación de un Pacto que ayer parecía más lejano que nunca y sobre cuya ampliación a las demás formaciones el presidente del PP se mostró aún más contrario que escéptico. «Haga esto y podré confiar en su voluntad de rectificar los errores», le dijo. «De lo contrario, no cuente conmigo [...] Acompañarle a usted en el error supone el fin inmediato de toda esperanza de que podemos derrotar a ETA, y no estoy dispuesto a que los españoles abandonen esa esperanza», llegó a decir.

Las cuentas de los errores cometidos por Zapatero a lo largo del proceso y en los días siguientes al atentado de Barajas engrosaron un rosario muy largo en el discurso y en las réplicas del presidente del PP.

CITAS SECRETAS

El Rajoy de ayer no dejó escapar frases chirriantes como aquella acusación de traicionar a los muertos que profirió contra Zapatero en el pasado Debate sobre el estado de la Nación. Sin embargo, el fondo de su discurso fue mucho más duro, hasta el punto de incorporar en sus primeros párrafos, con toda su desnudez, los argumentos que hasta hace poco sólo defendía Jaime Mayor Oreja en el PP.

Así, no sólo asumió con claridad y rotundidad la existencia de «preacuerdos» de Zapatero y ETA, previos a la declaración del alto el fuego de la banda -que arrancaron, según dijo, en 2004-, sino que dio una explicación del proceso de paz en clave de rentabilidad política, tanto para el presidente del Gobierno como para los terroristas.

«ETA vio en el señor Rodríguez Zapatero una oportunidad nueva, y el señor Rodríguez Zapatero consideró que en sus particulares planes de reforma constitucional, nueva Transición, reconstrucción de España o como se quiera llamar eso, tenían cabida las reivindicaciones terroristas fundamentales, con lo cual se liquidaba el conflicto», dejó dicho Rajoy.

Con la misma claridad, proclamó a la Cámara que la resolución que ésta votó en mayo de 2005 con la oposición del PP fue el «fruto» de aquellos preacuerdos. «Ese día», dijo Rajoy a Zapatero, «usted rompió formalmente el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo».

TIEMPO MUERTO

Pero con ser implacable acerca del pasado político más inmediato, el presidente popular fue especialmente ácido con la actitud de Zapatero en el presente y el futuro. Rajoy le acusó lisa y llanamente de mantener un discurso falso, obligado por las circunstancias, y de seguir secretamente empecinado en su política de diálogo con ETA.

Según Rajoy, lo que hará Zapatero en las fechas inmediatas es «quedarse quieto y ganar tiempo». Algo que subyace en la «neolengua» del presidente del Gobierno acerca de la «suspensión», o el «punto final» del proceso y que, en cualquier caso, según dio también por cierto y confirmado, no excluye nuevos contactos con el prófugo Josu Ternera. «Es indispensable dialogar para saber cuándo podrá reanudarse el diálogo», ironizó el Rajoy menos irónico de la legislatura.

Ser imprudente: «Usted ha cometido la ligereza

de no prever que su aventura podía salir mal y costar vidas».

«Creer en la negociación con los terroristas y no enviarlos a paseo, como han hecho todos los presidentes del Gobierno que le han precedido».

Renunciar a la desaparición de ETA: «¿Basta con que no disparen? ¿Se conforma con que se porten bien?».

«Su jactancia»: esa «presunción que le lleva a imaginar que las cosas funcionarán mejor porque usted está presente».

«Olvidar que usted no tiene en las manos lo que ETA reclama y estar tocando el violón mientras cabalga sobre un tigre».

«La frivolidad de pensar que no se pierde nada con probar cosas nuevas y regalar a ETA tiempo y tranquilidad».

«Su actitud ante las víctimas»: «Nunca creeré en la buena fe de una política antiterrorista a la que éstas le estorben».