Traducido: esa separación de los cimientos respecto a su punto de apoyo ha provocado un desequilibrio de las fachadas que se resquebrajan. En algunos puntos, la situación llega a hacer inestable el terreno hasta una profundidad de 16 metros. El resultado es fácil de observar desde la misma calle en el Centro Municipal Casino de la Reina y en el colegio público Emilia Pardo Bazán, desalojado desde el pasado mes de octubre por riesgo de derrumbe. Ambos lucen apuntalados, con las ventanas cruzadas por listones de madera para evitar que la carga se desequilibre y sigan abriéndose las heridas de sus muros, localizadas con testigos de yeso que también se rompen.

Precisamente, la conclusión del informe municipal, al que ha tenido acceso M2, debía de servir para explicar el misterio de las grietas en el centro escolar, rehabilitado sólo un año antes. Pero ahora nadie es capaz de razonar por qué de repente se desestabiliza una construcción levantada en 1931 y que ha resistido una guerra civil sin que se le moviera un ladrillo. ¿Qué ha provocado esa nada bajo la calle? ¿Existe riesgo de hundimiento? ¿Peligran también los edificios de viviendas que se suceden en Casino? ¿Cuánto tiempo puede pasar sin tomar medidas antes de que se extiendan los efectos o los ya existentes vayan a peor?

Reunión

No hubo respuesta ayer desde Urbanismo, a pesar de que fue requerida por este diario. Las aclaraciones deberán esperar a la reunión convocada para hoy, por idéntico motivo, en la Junta de Centro. Citados al encuentro, los técnicos municipales, el concejal del distrito, Luis Asúa, el del PSOE, José Manuel Rodríguez, la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del Emilia Pardo Bazán y la Comunidad de Madrid.

Todos ellos analizarán entonces el contenido del informe geotécnico que confirma la falta de resistencia del suelo. Para que se hagan una idea, lo normal es que aguante dos kilos por centímetro cuadrado y la realidad es que, donde las mediciones dan los mejores resultados, el terreno sólo puede sujetar un kilo por centímetro cuadrado. La mitad, y eso multiplicado por el peso de un edificio... ¿La solución? En principio, los técnicos proponen en su informe la ejecución de las denominadas columnas de jet grouting. En la práctica: rellenar el hueco con un inyección de cemento, agua y mortero de cal para compactar el terreno hasta profundidades superiores a seis metros. O bien, la instalación de micropilotes de 10 a 12 metros de longitud con el fin de cimentar los dos edificios afectados.

Eso debería bastar, a decir de los expertos que han hecho las catas. Pero el PSOE quiere ir más allá y descartar cualquier posible riesgo de hundimiento de la calle de Casino con un estudio de toda la manzana, que exigirá hoy. «Los dos edificios afectados por las grietas están separados», subrayó ayer el portavoz socialista, Oscar Iglesias, «y es imprescindible confirmar si la situación puede estar afectando también a los bloques de viviendas de esta calle con la elaboración urgente de un estudio que tranquilice a los vecinos, además de acometer de inmediato las medidas que corrijan la situación actual. Y esperamos que, a pesar del endeudamiento, el Gobierno de Ruiz-Gallardón no alegue ahora problemas de dinero para solucionar un tema que afecta a un colegio».

De plantearlo se encargará José Manuel Rodríguez, que, además pedirá explicaciones sobre el origen del vacío hallado bajo el suelo: «Es la pregunta del millón, pero es necesario saber la causa para frenarlo. Puede haberse producido un corrimiento de tierras o un reblandecimiento por un desvío de las aguas subterráneas provocados por las obras de un aparcamiento junto al colegio o por las de la Línea 3 de Metro».

El aparcamiento fue, de hecho, la explicación que ofreció el Ayuntamiento a los padres de los 180 alumnos del colegio Emilia Pardo Bazán cuando en febrero del año pasado advirtieron del deterioro del centro que acababa de someterse a obras de rehabilitación.

En 1999 se detectaron los primeros problemas estructurales. Dos años después se firmó el acuerdo para arreglarlos, pero las obras no empezaron hasta 2005. Se invirtieron más de 830.000 euros y se prolongaron durante siete meses, cuatro más de los previstos. Los alumnos tuvieron que irse entonces desde Embajadores a un colegio de Aluche.

Este curso, en septiembre, las grietas eran mayores. Volvieron a quejarse sin éxito. Y así siguieron las cosas hasta que el 26 de septiembre pasado la cornisa se partió y varios ladrillos cayeron al patio dos minutos antes de que salieran al recreo los más pequeños del colegio. Nueva mudanza y, de momento, sin fecha de regreso.