Pregunta.- ¿En qué punto está la crisis política en el Líbano?

Respuesta.- La situación es muy crítica. Está causada más por una crisis regional que debido a una crisis interna. El mayor problema que acusamos ahora es el consenso sobre el Tribunal Internacional [para juzgar los asesinatos políticos], porque sus detractores se oponen a él al considerarlo una amenaza directa a sus intereses.

P.- Siria e Irán aún pugnan por prolongar su influencia sobre la política libanesa.

R.- En efecto. Siria intenta atraerse de nuevo a sus aliados y recobrar su fuerte voz en el Líbano, con la ayuda de Irán. Existe una sólida alianza entre Siria e Irán, que tratan de empujar a sus aliados y amigos en el Líbano para revertir la dinámica que nació con el asesinato de Hariri, en febrero de 2006.

P.- La gran manifestación que se organizó para protestar contra el asesinato de su hijo unió a cristianos, suníes y drusos. ¿Hay más consenso en la sociedad libanesa?

R.- Los libaneses somos contrarios a los asesinatos pero no gozamos de un consenso en el nivel político. Además, Siria e Irán aún están decididos a ganar de nuevo el control del Gobierno y sus instituciones.

P.- ¿Se sintió arropado por la sociedad libanesa en aquellos días tan duros para usted y su familia?

R.- Fue muy agradable que la gente me expresara sus cariñosos sentimientos. Por mi parte, intenté hacer todo lo que pude para alejar al país de los sentimientos de venganza. No deseo que nadie pierda a sus familiares por nada ni nadie. Tras el asesinato de mi hijo creo que una tragedia es suficiente.

P.- Aquellos días, su llamamiento a la calma fue elogiado por todos. Incluso algunos periódicos beirutíes le entronizaron como el próximo presidente. ¿Está pensando volver a presentarse al puesto?

R.- Si hay consenso respecto a ello, no rehusaré. Pero todavía es pronto para decirlo. Mi mayor preocupación ahora es salvar la República, no asegurar mis propias ambiciones. Yo ya fui presidente entre 1982 y 1988 y fue una época de mi vida muy dura y difícil.

P.- ¿Teme que se produzcan más asesinatos políticos?

R.- No puedo preverlo. Nadie esperaba el asesinato de mi hijo. El Líbano está luchando contra el mismísimo diablo.

P.- ¿Es posible que vuelva a desatarse un conflicto civil?

R.- Temo que pueda volver a llegar una guerra civil en el Líbano. Por eso, hago un llamamiento a la calma. Ya tuvimos una mala experiencia en el pasado, donde se asesinó a personas inocentes. El del Líbano es un conflicto de resonancias atávicas.

P.- ¿Hasta dónde es capaz de llegar la guerrilla chií libanesa Hizbulá en su desafío al Gobierno de Fuad Siniora?

R.- Lo que está haciendo Hizbulá -apoyándose en Irán y Siria- es un suicidio. Sería mejor lograr sus intereses y asegurar el futuro de sus hijos desde una perspectiva más vital y desde una dimensión interna antes que mirar por los intereses de potencias extranjeras.

P.- Usted ha acusado a Hizbulá de haber creado un estado dentro del Estado. ¿Cómo se les podría atraer de nuevo para integrarles dentro del sistema?

R.- Tras la retirada israelí del Líbano en 2002, cualquier movimiento de resistencia armado perdió su razón de ser. Hizbulá no necesita sus armas. ¿Para qué las conserva entonces? Ellos aseguran que no tienen intención de usarlas para generar luchas internas. Es un suicidio para Hizbulá contar con su equipamiento militar para ayudarse en su combate político. Están creando un vacío que conduce a la inestabilidad y al caos y que empuja al país a aventurarse en caminos de desconocidas consecuencias. El Líbano no es una isla descontextualizada de su entorno regional. Si se destruye la tradición democrática de las instituciones libanesas -que es lo que salva al país de caer en el desastre- se genera un vacío que no se sabe quién llenará. Quizá incluso sea la señal a otros países para intervenir militarmente.

P.- ¿Es el Gobierno de Siniora lo suficientemente fuerte como para aguantar el encontronazo con las fuerzas prosirias de la oposición?

R.- Sí, el Ejecutivo tiene la suficiente fortaleza como para seguir gobernando, máxime cuando cuenta con el apoyo de la alianza 14 de Marzo, de la mayoría del Parlamento y de la comunidad internacional. El único argumento de la oposición en contra del Gobierno es del tipo: «Queremos reemplazarte». Como si el Líbano no fuera un país democrático.

P.- ¿Podrá su país liberarse algún día de las influencias de sus vecinos en la región?

R.- Los ingredientes de la hegemonía y de la ocupación de Siria y de Israel aún permanecen ahí. Siria logró, durante sus 30 años de dominio, infiltrar todas las instituciones libanesas con marionetas y aún quedan algunas, como el mismo presidente, Emile Lahud.