JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
El desenfrenado aumento en el precio de la tortilla ha ensombrecido el arranque del gobierno de Felipe Calderón, 45 días después de su convulsa toma de posesión. En sus giras por el país, esta vez no son los seguidores del izquierdista López Obrador los que amenazan la paz social, sino miles de amas de casa y consumidores que persiguen al nuevo presidente golpeando sus cacerolas, alarmados ante la subida de las tortillas, la torta plana de maíz que supone la base fundamental de la alimentación del país y con la que palian el hambre millones de mexicanos abocados al arroz, los frijoles, el chile y las tortillas.
Aunque las encuestas muestran un respaldo creciente a su gestión, la llamada guerra de la tortilla ha supuesto la primera prueba de fuego para el nuevo presidente, que ha tenido que tomar medidas para contener los precios. Esta subida es el resultado de su aumento en Estados Unidos y de la especulación de los monopolios mexicanos.
El incremento, de hasta un 200% en algunos lugares, ha supuesto un duro golpe a las economías familiares. La tortilla, económica y alimenticia, es más importante que el pan para los españoles y la herencia más clara que tiene el país de la alimentación prehispánica. Su contenido, bajo en proteínas y grasas pero alto en hidratos de carbono, la convierte en una importante fuente de energía y representa el 50% del valor calórico de la dieta nacional. Cada mexicano consume unos 300 gramos de tortilla al día, cantidad que en zonas pobres y rurales se dispara hasta 540 gramos.
Paralelamente y en medio de la crisis de las tortillas, Felipe Calderón hizo su primer balance como presidente. Mes y medio de gestión en los que, casi a diario, ha hecho algún anuncio importante, empeñado en hacer olvidar el último año del Gobierno de Vicente Fox. «Hace 50 días el panorama era más sombrío y desalentador de lo que es», dijo en su primera aparición ante la prensa.
Para el nuevo presidente, el país está «bien, en orden y paz (...)». «Estoy muy satisfecho, México tiene más tranquilidad y certidumbre», aseguró el dirigente del PAN. En relación con las operaciones militares contra el narcotráfico y la violencia lanzadas en varios estados, Calderón envió un mensaje de firmeza. «No toleraremos desafíos a la autoridad del Estado y no toleraremos que nadie pretenda ponerse por encima de la ley», apuntó. En su primera salida al exterior, Calderón marcó distancia con el gobierno Fox y asistió, el pasado miércoles, a la toma de posesión de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua. Ha expresado, además, su deseo por recuperar el diálogo con Cuba y Venezuela, en su intento por recuperar el liderazgo en la región.
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