LAURENT JOFFRIN
¿Puede un hombre que cita a Jaurès, Hugo, Mandel y Zola ser absolutamente malvado? ¿Puede un hombre que quiere una democracia «irreprochable» ser acusado de lepenismo rampante? ¿Es un ultraliberal un hombre que habla ampliamente del «derecho» que tienen los sin techo y otros desfavorecidos?
Se dirá que ésa es la parte cínica bien conocida de Nicolas Sarkozy. Se dirá que se ha ido recentrando a medida que se aproximaba el escrutinio. Se dirá que borra con ese gaullismo redescubierto el propio recuerdo de Jacques Chirac, en el mismo sitio en el que su mentor de antaño cosechó sus más bellas victorias. Se dirán muchas cosas, pero habrá que reconocer al menos una: el candidato de la derecha ha hecho un carrerón impresionante.
Sí, este hombre es peligroso. Ante todo, para la izquierda. No es el César o el Napoleón que, a veces, parece ser. Plebiscitado por su bando, único capitán en el barco del conservadurismo moderno, no necesitó a los granaderos de Murat, que tanto le gustan a Villepin, para imponerse. Ha triunfado por la energía, el talento y la organización. Sabe lo que quiere. Y eso inquieta a muchos. El peligro está, ahora, bien identificado: un campeón, dueño de los medios de comunicación y de sí mismo, del Estado y de una maquinaria tremenda. Una derecha reunida, aferrada a sus valores de orden y de libertad, un poco atemperada por la preocupación social que lima aristas a su proyecto global.
La izquierda, pues, está que echa las muelas. Sarkozy pasó el examen sin dificultad alguna. Frente a él, Ségolène Royal, una candidata a la escucha, que permanece muda o llama en su auxilio a antiguos competidores para tapar sus lagunas, conservando su prestigio y sus sondeos, pero perdiendo terreno entre las clases populares. Sigue disponiendo de sus intuiciones y de su capacidad para captar a la opinión pública. Pero, para resistir el ataque de la UMP necesitará algo más que unas cuantas meteduras de pata sabiamente calculadas y unos cuantos gestos llamativos. ¡Socorro, la izquierda se calla!
Laurent Joffrin es director del periódico francés
Libération.
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