MARIA RAMIREZ. Corresponsal
BRUSELAS.-
«Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar», cantaba Antonio Machado. Josep Borrell, que se despidió ayer con estas palabras tras dos años y medio como presidente del Parlamento Europeo, se imaginaba que Jean Monnet, padre fundador de la UE, podría contestar: «Los hombres pasan, pero las instituciones quedan».
Borrell pasa porque, según el acuerdo con los populares para un cargo que le llegó de rebote (después de que los socialistas franceses no se pusieran de acuerdo sobre su candidato), desde mañana le toca al conservador Hans-Gert Pöttering dirigir a los 785 eurodiputados del Parlamento, ampliado con rumanos y búlgaros. El español dijo adiós en Estrasburgo con alabanzas al ágora comunitaria, pero también con la advertencia a sus colegas de que ahora se enfrentan a una «sequía legislativa» y a una crisis de la UE que puede debilitar aún más la Eurocámara.
El riesgo, ante las escasas propuestas de la Comisión Europea y de los Estados, paralizados por los problemas institucionales de una UE cada vez más amplia, es que al hemiciclo no lleguen propuestas en la segunda mitad de legislatura. «Hay que legislar mejor, pero mejor regulación no puede confundirse con menos regulación, ni hacerse en detrimento de los derechos sociales y medioambientales», dijo Borrell en su discurso, donde también subrayó el «temor de que la actual deriva intergubernamental en el funcionamiento de la UE contribuya a un papel decreciente del Parlamento».
El español empezó su última sesión con la Oda a la alegría, el himno europeo, pero tuvo que continuar con un minuto de silencio por el atentado de ETA en el aeropuerto de Madrid, que condenó como un «salvaje acto terrorista». «En democracia, el diálogo es radicalmente incompatible con la violencia. La paz, la convivencia en libertad y el respeto a los Derechos Humanos son innegociables», dijo el todavía presidente del Parlamento.
Durante un debate con balbuceos de adiós en español, Martin Schulz, líder del Partido Socialista Europeo, auguró a su colega que se convierta en un «diputado de a pie» y sepa conformarse con su destino de ex líder. Hasta ahora, los antiguos presidentes de la Eurocámara se han resignado a la segunda fila en Bruselas, pero Borrell aspira, al menos, a presidir una comisión parlamentaria. Según fuentes comunitarias, encabezará la de Cooperación o Comercio Exterior, aunque él quería presidir la de Energía, más relevante ahora que la UE intenta avanzar hacia una política energética común. Además, este año Borrell será el enviado de la presidencia española de turno de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), una misión que le hará viajar sobre todo al Cáucaso -los conflictos de la región son ahora la prioridad de esta organización internacional- y le ocupará unos meses.
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