Martes, 16 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6239.
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 OPINION
Cartas al Director

A propósito de la figura de Mary Baker Eddy

Sr. Director:

Pude leer con cierto asombro la sección Vidas Paralelas en la edición del pasado día de Reyes de su diario, y que bajo el título de La salud como metáfora nos llevaba en un muy elocuente paralelismo por las vidas de dos importantes mujeres, siendo una de ellas Mary Baker Eddy, una gran desconocida para el público peninsular en general.

Y el motivo de mi asombro no fue otro que ver cómo el autor de la columna, Pedro G. Cuartango -al que en mi esporádica lectura de sus columnas atribuyo una cierta erudición y gusto por tener un firme manejo de los hechos que explora en sus piezas-, obviaba muchos hechos primordiales de la vida de Mary Baker Eddy, al margen de su respetable derecho a dudar de lo que estime oportuno, dentro de la libertad de pensamiento y opinión.

Una libertad de pensamiento y opinión que la señora Eddy -igual que Cuartango, estoy seguro- valoraba sobremanera, junto con la función de la prensa como formadora de opiniones, hasta el punto de haber fundado un periódico, el Christian Science Monitor, que, siete Pulitzer después, todavía circula cumpliendo con la misión establecida por su fundadora de «no dañar a hombre alguno, sino bendecir a la Humanidad».

De hecho, Eddy fundó el periódico, en parte, como respuesta al periodismo de su época. Fue también fundadora de una religión de envergadura, la Ciencia Cristiana, que, por cierto, ninguna relación guarda con la cienciología, además de una autora de éxito, como acertadamente apuntaba el señor Cuartango en su columna.

Ninguna biografía seria de la señora Eddy apunta a una mujer histérica o paralítica o causante de locura entre su familia, ni a un enriquecimiento ilícito; todo lo contrario, todas sus biografías nos muestran a una mujer que, dentro de sus facetas y su vida difícil, supo sobreponerse a sus circunstancias y a las frustraciones de su época. Y aún así, y a pesar de haber sido mujer en aquellos tiempos, llegó a tener una gran preeminencia social, que aún conserva en la vida de muchos, entre los que me encuentro, junto con tres generaciones de mi familia, que han podido comprobar la efectividad del sistema sacado a la luz por Eddy. Incluso, sí, en enfermedades terminales, que han visto una restitución total de la salud.

El retrato que la columna hacía de Eddy, aparte de hiriente, es incorrecto también en omisión de puntos biográficos de una carrera dedicada al servicio a los demás y reconocida como loable por entidades como la Asociación Femenina Nacional del Libro al Congreso americano. Eddy recibió méritos y condecoraciones a lo largo y ancho del mundo occidental, como cualquier investigador honesto puede comprobar documentalmente.

Humberto J. Normey Gómez. Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana para España. San Vicente del Raspeig (Alicante).

Por lo menos, Zapatero ha reconocido su error

Sr. Director:

«Quiero reconocer el claro error que cometí por mi optimismo». Son palabras pronunciadas ayer por Zapatero en el Congreso de los Diputados. El presidente del Gobierno nunca ha sido santo de mi devoción. Pero, por una vez, me ha parecido bien la frase que ha pronunciado; reluce como un lucero. Echaba de menos una frase cierta y contundente en todo este embrollo, y Zapatero la ha pronunciado: fue un error. Y ha pedido perdón, que me parece lo mínimo.

Espero que esto abra una vía para que vuelva el Pacto Antiterrorista entre los dos grandes partidos, y que siente un precedente, porque, que yo recuerde, en este país nunca un político había reconocido que se había equivocado y había pedido perdón por ello. Por algo se empieza.

Elena González García. Correo electrónico.

La AVT debería haber ido a la manifestación

Sr. Director:

A la Asociación de Víctimas del Terrorismo le va a costar mucho encontrar argumentos convincentes para explicar el por qué de su ausencia en la manifestación de Madrid el pasado sábado en contra del terrorismo. Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, así como todos sus familiares y personas cercanas, también son víctimas del terrorismo. Desgraciadamente. ¿O es que por haber nacido pobres y en Ecuador sus vidas valen menos que las de cualquier víctima de los asesinos etarras española?

Estoy profundamente indignada con la forma de actuar de la AVT, una agrupación por la que yo, hasta este sábado, sentía mi máximo respeto y cercanía. Creo que su presidente, el señor Alcáraz, está conduciendo a la asociación por una senda intransitable.

Chelo Montero. Madrid.

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