Un viaje planeado desde hace meses; una presentación que no podía esperar; unas elecciones que se acercan a ritmo frenético.
El panorama político barcelonés comienza a calentar motores de cara a los comicios municipales y los candidatos tratan de sacar su cara más amable. Cueste lo que cueste. Y ayer, le costó a Jordi Portabella otro disgusto. Porque el edil republicano es también el presidente de la Comisión Cívica de la Bicicleta, algo que no frenó al alcalde, Jordi Hereu, para presentar públicamente el alquiler público de bicicletas, servicio del que tiene competencias el primer teniente de alcalde.
Como tiene también las competencias en los patios de interior de isla. Pero estas casualidades provocaron otro disgusto a Portabella, que la próxima vez deberá cuadrar bien su agenda antes de irse para volver y encontrarse con sus proyectos en manos de otros.El pasado sábado el alcalde presentó la renovación del patio Tete Montolíu aprovechando también el viaje de Portabella.
Desde Esquerra Republicana dicen que prefieren no comentar lo sucedido, que quien ha tomado estas decisiones no son ellos y que por lo tanto las competencias en dar explicaciones, en este caso, son de otros. Y los otros, los socialistas, hacían ayer oídos sordos ante la ausencia republicana.
«Como concejal de Seguridad y Movilidad no me dedico a conocer los viajes de los ediles», comentó ayer con una sonrisa en la cara Ferran Juliá, quien añadió: «No tenía ni idea de ello».
Puntualizó además el concejal del PSC que «la convocatoria de actos, presentaciones y ruedas de prensa es un tema de agenda y todo ello no se debe a un problema de si Portabella está o no está en Barcelona». Y además, recordó que Portabella «está de acuerdo con el sistema y con su funcionamiento». Siendo el presidente de la Comisión Cívica de la Bicicleta parece obvio.Sin embargo, no es el único cargo del republicano. El viaje, programado desde antes de verano, lo ha realizado como responsable de Promoción Económica con empresas y la Cámara de Comercio a Vietnam y Singapur.
El servicio hecho público ayer ya había sido presentado hace un año por el entonces alcalde Joan Clos. Barcelona quiere parecerse cada día más a una ciudad europea. Aunque sea para la foto. Y con este fin, el Ayuntamiento ha seguido el ejemplo de Viena y Berlín, y ha creado un servicio público de bicicletas de alquiler.A través de tarjeta de crédito, cualquier ciudadano podrá abonarse al servicio que costará desde un euro diario a 24 anuales.
Pero, para que cicloturistas, ciclistas convencidos, patinadores y ahora usuarios de bicicletas públicas no choquen en los pocos lugares de la ciudad habilitados a tal efecto, el Ayuntamiento promete 22 kilómetros de carril bici más en un año.