DANAE BORONAT
TARRAGONA.-
La decisión estaba cantada y anoche Josep Maria Andreu dimitió con carácter irrevocable como presidente del Gimnàstic de Tarragona, en la reunión que celebró el consejo de administración del club grana. Su sustituto será, contra todo pronóstico, Raül Font, vicepresidente del club y concejal de deportes del consistorio tarraconense. Es un presidente de transición, hasta que en la primera semana de mayo se celebre una junta general extraordinaria de accionistas para escoger a un nuevo mandatario y, con él, un nuevo proyecto.
El Nàstic se queda así sin los dos grandes héroes de la gesta del ascenso. Primero cayó el entrenador, Luis César Sampedro, todo un gurú en Tarragona y todavía añorado por buena parte de la afición; ahora sucumbe el presidente, el artífice de la metamorfosis de un club en quiebra -en 2002 se convirtió en sociedad anónima deportiva- en uno de los grandes del fútbol español. Tan sólo cuatro meses y medio han sido suficientes para dinamitar el sueño y convertirlo en una pesadilla que, salvo milagro, justo acaba de comenzar.
Uno de los elementos que ha colmado la paciencia y capacidad de sufrimiento de Andreu, muy perjudicada por la catástrofe deportiva, ha sido el alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal, que hace unos días removió la ciénaga afirmando que sería un «fracaso» que el Nàstic descendiera, y que en la mañana de ayer se reafirmó en lo dicho. «Quizá estuve desafortunado al hablar de fracaso, podría haber dicho desilusión, o deséxito... Lo que quería era dar un un toque de atención y creo que es mi obligación. Ser alcalde implica estar a las verdes y a las maduras», espetó Nadal.No hay que olvidar que el Ayuntamiento de Tarragona es el accionista mayoritario del Nàstic, con un paquete del 42%.
Sobre la presunta relación entre la dimisión del presidente y sus declaraciones, el alcalde fue contundente: «Mi candidato siempre ha sido Andreu y él lo sabe. Que no me pongan como excusa, yo no he sido la causa».
Mucho ha aguantado Andreu al frente del Nàstic. Meditó abandonar el barco ya en junio, cuando Tarragona aún andaba ebria de euforia por el ascenso a Primera. Decidió continuar. En noviembre pasado dio el paso y puso su cargo en manos del consejo, pero la falta de consenso para proponer un sustituto y la confianza de un amplio sector en su gestión y carisma provocó su continuidad. Ayer, a la tercera, no hubo marcha atrás, aunque de nuevo el consejo le pidió que continuará. Tras su rotunda negativa, los consejeros buscaron una alternativa y decidieron que ésta debía ser continuista, puesto que, en su opinión, no hubiera sido acertado emprender un nuevo proyecto a mitad de temporada. Es por eso que Jordi Virgili, favorito en las quinielas, y José Luis Vilar quedaron vetados para el cargo.
Por delante se abre un horizonte borroso e incierto, con una junta cada vez más resignada en preparar desde ya un proyecto y una plantilla comprometida en Segunda división, con el objetivo de regresar a Primera en 2008.
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