Miércoles, 17 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6240.
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BIODIVERSIDAD / Los investigadores han elaborado una lista de los mamíferos con mayor riesgo de desaparecer para desarrollar programas eficaces de conservación / Posteriormente harán lo mismo con anfibios y pájaros
Nace un proyecto pionero para proteger a los animales más raros y amenazados
La Sociedad Zoológica de Londres pretende salvar a cientos de especies en vías de extinción
FERNANDO MAS. Corresponsal

LONDRES. - El mundo entero se movilizaría si alguien decidiera derribar el Partenón para, por ejemplo, construir chalés adosados. O pisos. O un parque. ¿Cuántos se escandalizarían si hoy leyeran que un pequeño roedor de orejas enormes que vive en China y en Mongolia ha desaparecido de la faz del planeta? ¿No es comparable? Para el doctor Jonathan Baillie, de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), sí lo es. Se trata, en ambos casos, arte y naturaleza, de joyas irreemplazables, únicas, diferentes. Baillie ha puesto en marcha el «primer programa a escala planetaria» para salvar a cientos de mamíferos amenazados.

La idea, cuenta a EL MUNDO su colaborador Nick Isaac, surgió en 2005 y ha sido desarrollada por cuatro científicos: el propio Isaac, Baillie, Sam Turvey y Ben Collen.

Podría pensarse, a simple vista, que se trata de una más de esas iniciativas de naturalistas excesivos que dan más importancia a un bichito diminuto como el lori esbelto de Sri Lanka, un primate del tamaño de un dedo, que a un ser humano.

«Si perdemos [estas especies] no quedará nada parecido en el planeta», dice Baillie. «Todas las especies son parte única de nuestra biodiversidad, por lo tanto su extinción supone la pérdida de algo que no se puede reemplazar», apunta Isaac.

De acuerdo, pero ¿qué efectos puede tener sobre el planeta? «Los efectos prácticos de la pérdida de especies son difíciles de predecir. Conocemos que las funciones y los servicios del ecosistema, incluyendo el ciclo del agua y de los alimentos, es mucho mayor en aquéllos con más especies, razón por la cual es importante conservar la biodiversidad allá donde sea posible», explica Nick Isaac a este periódico.

A lo largo de 2005 y principios de 2006, el trabajo del proyecto Edge se encaminó a seleccionar las 100 especies en mayor riesgo. Entre estas se eligió, a su vez, a 10 sobre las que se pondrá mayor atención, al ser animales insólitos con muy pocos parientes vivos, y genéticamente diferentes de sus congéneres.

En el primer puesto de la lista está el delfín del Yangtsé, cuya población se ha reducido tanto y tan rápido en los últimos 30 años que la última expedición en busca de un ejemplar ha sido incapaz de localizar uno solo. «Se trata quizá de la especie más amenazada, en vías de extinción», apunta Baillie, una eminencia mundial al frente del departamento de estudios de la ZSL.

¿Qué se puede hacer? Isaac es contundente: «Las acciones de conservación dependen de la naturaleza de la amenaza. Muchas especies de mamíferos están amenazadas directamente por los humanos (cazadores, por ejemplo), especialmente en entornos sobreexplotados. En este caso, por ejemplo, se podrían adquirir reservas de tierra o facilitar otro medio de vida a la gente que hoy depende de la caza».

La desaparición de especies animales -en algunos casos desconocidas- equivale a cerrar puertas, por ejemplo, a la obtención de posibles beneficios para los humanos. El estudio de su comportamiento y de su genética también puede aportar conocimientos cruciales para, en el futuro, combatir enfermedades. Es sólo un ejemplo de la importancia de un fenómeno, el de la extinción, que no mueve, precisamente, a las masas.

El hipopótamo pigmeo de Liberia y Sierra Leona, el camello bactriano o infinidad de murciélagos y roedores conforman la primera lista de animales en peligro de extinción del proyecto Edge, que a finales de año dará a conocer otra de anfibios amenazados y en 2008 una exclusiva de pájaros, según los datos aportados por Isaac.

Los interesados en este proyecto no sólo pueden seguir los progresos del proyecto en el sitio abierto en internet por los científicos (www. edgeofexistence.org), sino que además pueden colaborar con aportaciones económicas que, en el caso del delfín del Yangtsé, pueden ir de las 10 libras (que permiten equipar a un profesor de escuela con los elementos básicos para explicar la conservación) a las 1.000 (con lo que se puede formar a estudiantes y dotarlos de material suficiente para ayudar a la conservación). La misión de Edge es prevenir la extinción de las especies evolutivamente más diferentes. El primer paso, según Baillie, es incrementar el conocimiento sobre estos animales. «Mientras que los esfuerzos por proteger a especies tan carismáticas como los elefantes o los rinocerontes son bien conocidos, otras especies se encaminan hacia su desaparición sin que nadie lo sepa», dicen los responsables del proyecto.

«El siguiente paso es estudiar las especies en su hábitat natural para determinar las principales amenazas y decidir las medidas que se pueden tomar», continúa. Finalmente, «los programas de conservación deben ser mejorados con la aplicación de determinadas recomendaciones propuestas por los investigadores». El éxito de este proyecto sin duda fortalecerá el conocimiento científico sobre la vida en nuestro planeta. «Algunas especies tienen efectos impresionantes sobre el funcionamiento del ecosistema, y las consideramos clave porque su pérdida puede provocar el colapso de todo el sistema. Sin embargo, es imposible saber cuáles de estas especies podrían considerarse clave una vez que han desaparecido. Por eso es importante actuar ahora, o será demasiado tarde», concluye Nick Isaac.

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