LONDRES. - Con su decisión de proteger su privacidad, Kate Middleton ha trazado una línea entre el triste final de Lady Di y su probable porvenir como soberana de Inglaterra. Pero al haber decidido acudir a la Justicia para controlar y restringir la acción de los paparazzi, también ha profundizado, voluntariamente o no, en las diferencias y heridas entre los fotógrafos que pertenecen a la plantilla de un medio y los que trabajan por libre.
El debate sobre este presunto caso de discriminación mediática alcanzó notoriedad cuando el consorcio News International, que aglutina a los popularísimos tabloides The Sun, su versión dominical News of The World, y el más formal matutino The Times, anunció que no utilizará más «fotografías de paparazzi».
Este manifiesto, que fue bien acogido por una opinión pública mayoritariamente convencida del alto grado de responsabilidad de algunos paparazzi en el fatal accidente de la Princesa de Gales en 1997, se produjo horas después de conocerse el más reciente incidente entre Middleton y la prensa.
A poco de cumplir los 25 años, la novia del príncipe Guillermo recibió en la puerta de su casa de Chelsea una brutal lluvia de flashes por parte de los profesionales allí convocados por los fuertes rumores sobre una eventual pedida de mano. Las imágenes del asedio despertaron de inmediato comentarios y paralelismos entre Middleton y Diana, por lo que el anuncio de News International no se hizo esperar.
Claro que, como bien señaló lo el diario progresista The Independent, al día siguiente estas publicaciones no se privaron de publicar fotografías de Middleton, aunque se especificó que las imágenes eran propias. Pero esta distinción no sólo fue impulsada a nivel corporativo, sino también judicial.
En abierto desafío a la tradición británica por el respeto a las libertades laborales y de expresión, los abogados de Middleton hicieron grabar en secreto los movimientos de todos los fotógrafos que realizan guardias en las inmediaciones de la vivienda londinense de la joven.
Según los analistas locales, buscarían con esta contundente medida identificar y neutralizar la profusión de profesionales en busca de imágenes de Kate Middleton, hoy por hoy el personaje más difícil de fotografiar en el Reino Unido. La mejor prueba de esto se ve semana a semana en las revistas del corazón, que publican las mismas imágenes que se conocen de ella, algunas tomadas hace más de dos años.
La insólita medida adoptada por la novia del príncipe Guillermo ha sido confiada por el despacho jurídico Harbottle & Lewis, del que la espigada joven es clienta, al director de la Comisión de Quejas sobre la Prensa (PCC), Tim Toulmin.
En una extensa carta, los abogados afirman que denunciarán a los paparazzi que continúen «acosando» a Middleton. Más allá de que no se aclara aquí si se distinguirá a los reporteros gráficos independientes de quienes trabajan en forma exclusiva para un medio, es un secreto a voces que el ultimátum fue dirigido a los paparazzi.
A las pocas horas de conocerse la misiva, parece que esta empieza a dar sus frutos, el número de fotógrafos cazadores de primicias apostados en Chelsea han bajado drásticamente de 14 a apenas dos.
Aunque Toulmin admitió al Daily Telegraph que enviará copias de la carta de los abogados de Kate a todos los medios, el titular de la PCC observó que Middleton «no está comprometida con el príncipe» y que, por lo tanto, no tiene «ningún resguardo especial», más que aquel otorgado por la ley a todos los ciudadanos. Pero esta afirmación sobre Middleton, es hoy mucho más discutible que definitiva.