Miércoles, 17 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6240.
CULTURA
 
EL DESENLACE DE UN 'CULEBRON' / El bailaor ingresa en Sevilla II para cumplir su condena por atropellar y matar en 2003 a Benjamín Olalla con su BMW / Tendrá que cumplir al menos nueve meses de los tres años de condena
Farruquito 'debuta' en la cárcel
CHEMA RODRIGUEZ

SEVILLA.- En una celda de cuatro por cuatro metros, acompañado de un preso común y en una litera. Así ha pasado Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, su primera noche en prisión, en el Centro Penitenciario Sevilla II.

A las 17.17 horas de ayer empezó a contar el reloj de su condena, tres años de cárcel que comenzaron, por decisión del bailaor, el 16 de enero de 2007, tres años y tres meses después de que atropellara y matara a Benjamín Olalla al volante de su BMW recién sacado del concesionario, sin permiso de conducir y a mucha más velocidad de la permitida.

El bailaor puso ayer fin a una semana de especulaciones y rumores sobre su ingreso en prisión. Y también a un interminable proceso judicial que se ha prolongado durante años entre los intentos, primero, de ocultar su culpabilidad y, segundo, por los sucesivos recursos que su abogado, Benito Saldaña, ha ido interponiendo a cada una de las resoluciones judiciales en su contra.

Fernández Montoya llegó al Centro Penitenciario Sevilla II acompañado por una comitiva familiar de 10 personas y a bordo de un lujoso Audi negro, tan lujoso o más que el BMW con el que provocó la muerte de Olalla en la barriada de San Pablo de Sevilla.

Tras estacionar el vehículo en el aparcamiento exterior de la cárcel sevillana, Farruquito bajó del coche y, rodeado de sus incondicionales -entre los que estaba su hermano Antonio, el que se inculpó en un primer momento-, recorrió a pie el medio centenar de pasos que le separan ya de su libertad.

Ni una palabra pronunció el famoso bailaor y pocas fueron las que dirigió a los que le acompañaban. Con gesto muy serio y gafas de sol, el bailaor cruzó las rejas del penal en el que pasará, al menos, los próximos meses de su vida. Fue su última actuación pública, rodeado de cámaras de televisión, de fotógrafos y de un sorprendido público de familiares de presos que asistió, divertido, al espectáculo con el que Farruquito cierra el más negro de sus montajes.

Según ha podido saber EL MUNDO, el bailaor mantuvo su actitud seria también dentro del recinto carcelario, donde apenas mantuvo contacto con los funcionarios, salvo en el preciso momento en el que éstos le preguntaron -dentro del procedimiento habitual que se sigue con los nuevos reclusos- si necesitaba alguna cosa y le hicieron entrega de un set higiénico en el que no faltaron, entre otros productos, los preservativos.

La primera comida del bailaor en la cárcel, una frugal cena compuesta por espinacas con garbanzos, filete de cerdo en salsa y, de postre, un yogur.

Farruquito será trasladado hoy mismo desde el módulo de ingresos hasta uno de penados. Será después de que un equipo formado por un educador, un psicólogo y un trabajador social mantenga una entrevista con el bailaor. Además de destinarle al módulo en el que cumplirá buena parte de su condena, Farruquito ya podrá solicitar su participación en uno de los talleres u otras actividades que se desarrollan en la prisión.

Pero no será el último trámite por el que tenga que pasar el bailaor. Antes de dos meses, se reunirá la Junta de Tratamiento de la penitenciaría sevillana para encuadrar al nuevo recluso en alguno de los grados en los que el Reglamento Penitenciario clasifica a los internos.

Lo más probable, según las fuentes penitenciarias consultadas, es que sea clasificado como preso de segundo grado, aunque no hay que descartar que, directamente, obtenga el tercer grado, lo que supondría la única obligación de dormir en prisión.

Ésa es la hipótesis más optimista para el artista, pero lo habitual en casos como el suyo -con una condena de tres años por un delito de homicidio imprudente y omisión del deber de socorro- es que tenga que pasar entre rejas y sin ningún permiso la cuarta parte de la condena, nueve meses, y a partir de ese momento empiece a disfrutar de permisos de fin de semana hasta lograr el tercer grado.

La entrada de Farruquito en la cárcel es la evidencia de que el bailaor se ha dado definitivamente por vencido en sus acciones ante la Justicia. A pesar de que aún está pendiente de resolver un recurso presentado por su letrado contra la negativa del tribunal que le condenó, el Juzgado de lo Penal Número 8 de Sevilla, a sustituir la pena de prisión por trabajos sociales.

Su intento de canjear los tres años de cárcel impuestos por la Audiencia sevillana por servicios a la comunidad se ha encontrado con la férrea oposición no sólo de la acusación particular, que ejerce la viuda de Olalla, María Angeles Madero. La Fiscalía fue contundente a la hora de señalar que los perjuicios que sufrirá la familia del bailaor con su ingreso en prisión son «comunes» al resto de los reclusos. Además, el Ministerio Público le recriminó que no hubiese pensado en estas consecuencias cuando arrolló a la víctima.

La sentencia impuesta por la Audiencia no sólo contemplaba pena de cárcel para Farruquito, que, asimismo, ha tenido que pagar 154.000 euros.

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