ANA Mª NIMO
MADRID.-
«Queríamos demostrar que Addis Abeba, Barcelona o Mumbai pueden ser escenarios de emociones, sentimientos y anhelos muy parecidos a pesar de que se tratan de culturas tan diferentes». Con esta premisa se presentaba ayer en Madrid Rastros de sándalo (Planeta) de las escritoras catalanas Asha Miró y Anna Soler-Pont.
La trama se inicia en Etiopía donde la revolución militar acaba de estallar y el pequeño Solomon asiste desconcertado al desmoronamiento de su país. Paralelamente, en la India, dos hermanas huérfanas, Muna y Sita, son separadas la una de la otra. Los tres son huérfanos, los tres anhelan un futuro mejor y ninguno tiene miedo a soñar.
Asha Miró, autora de la exitosa autobiografía La hija de Ganges, y Annna Soler-Pont, comisaria responsable de la presentación de la cultura catalana en la Feria del Libro de Frankfurt 2007, firman este hermoso relato. La idea surgió cuando las dos mujeres emprendieron un viaje a la India «en busca de las raíces biológicas de Asha». A su vuelta, hace ya cuatro años, se pusieron a trabajar en la que sería su primera obra de ficción. La experiencia ha sido tan enriquecedora como gratificante, como ellas mismas afirman, «cuatro ojos ven más que dos y dos almas ven más que una».
Para contar esta historia, las escritoras se han basado tanto en personas como en historias reales (algunas autobiográficas), además de en hechos históricos (veásen las becas concedidas por Cuba a los niños huérfanos etíopes a finales de los 70). Con estos elementos han construido un relato donde temas tan espinosos como la explotación infantil, las adopciones internacionales o el analfabetismo tienen cabida.
Sin embargo, no es este un libro de denuncia, sino más bien se trata de «un libro altavoz» de historias ficticias pero que ocurren, cada día, en el mundo real. Asha (adoptada por una pareja española cuando tenía seis años) y Anna (madre adoptiva de una niña etíope), afirman que Rastros de sándalo es, sobre todo, «un canto al amor». A pesar de que pueda parecer «una historia dura» sus páginas están cargadas de «mensajes de esperaza».
Una cita de Ryszard Kapuscinski, reconocido periodista polaco, abre el relato: «Cruzar fronteras es el verdadero sentido de la vida». Y es que, lo que las autoras proponen al lector, es que realice un viaje físico con su consecuente viaje interior, cruzar fronteras, como ellas lo hicieron cuando decidieron dejar atrás la realidad para pasarse a la ficción.
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