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Siempre habrá una batalla diaria entre los que quieren que las cosas cambien y los que quieren mantener el statu quo (Gerry Adams) |
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DECADENCIAS |
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Bukowski, sucio como la vida |
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LUIS ANTONIO DE VILLENA
Fue Anagrama quien dio a conocer a Bukowski en España (muy a fines de los 70) como una suerte de beat pasado al erotismo directo. Estoy por decir que un Henry Miller puesto al día. La máquina de follar, como título, lo decía casi todo. Por eso, Bukowski, al inicio, tuvo más lectores que categoría. A ésta -reñida siempre- llegó aquí más tarde y esencialmente por su poesía. Hank, Bukowski o Chinaski (de cualquier modo puede decirse) escribió poemas-relato muy imitados -y muy denostado por los líricos puros-; pero cuando sus poemas aciertan, son magníficos y hacen de lo cotidiano y marginal bella y cálida poesía. En la narrativa le ocurre lo propio, más aún que en la novela. Llena de lírica lo inmediato y brilla en lo coloquial, que es un arte retórico.
Más de 10 años después de su muerte (en 1994, con casi 74 años) nos llega hoy la biografía Charles Bukowski (Circe) de Barry Miles, un experto en beats y aledaños y que sacó el libro en inglés hace un año sólo. Se trata de un texto ameno y que deja un ápice de melancolía, porque parece que el mujeriego, borrachín y feo Hank (Bukowski tenía un físico algo ordinario, lo dice él mismo a menudo), aficionado al hipódromo por mor de las apuestas, a este hombre que escribió de la cotidiana locura, el éxito (tardío) le quitó enteros. Es raro, pero Bukowski parece mejor, más dichoso y creativo cuando nadaba río arriba. ¿Puedo decir una barbaridad? El éxito no era lo suyo.
Ya sé que en un mundo como el actual, hecho de editores mercaderes (la mayoría) y de autores (no todos) que buscan más el éxito que la autorrealización, autores que adoran la publicidad como un tonto un chupa-chup, afirmar que sin éxito algunos escribirían mejor (o con un éxito minoritario) parece un despropósito. Pero no lo era en Bukowski que, pese a sus pesadillas -la vida no es buena, ni noble ni sagrada, dijo Lorca-, sólo pidió a la vida vivir... Aunque escribió mucho (y no sin caídas), lo mejor de Bukowski es siempre lo del tipo bohemio y ácrata que aspira a ser libre aunque su modo no le guste a la mayoría. El Bukowski del genuino realismo sucio, cuando aún no existía la etiqueta.
A los autores que llegan al éxito por el prestigio, el éxito en sí no suele rebajarlos. A los que sólo quieren éxito (lo consigan o no), el daño lo llevan ya puesto: se tornan huecos y vanidosos como el pavón de Juno, o envenenados de rencor como la Medusa. Queda sólo el caso Bukowski: el éxito llega (y el bolsillo y la tranquilidad lo agradecen) cuando no se esperaba porque parecía imposible hablando las obras de lo que hablan. ¿Entonces? Es fácil: el nuevo triunfador baja la guardia y la tensión con ella. Se diría que sin problemas o embrollos, la musa deserta del cotarro. Eso le ocurrió a Chinaski. Pero una antología suya (que creo hizo él mismo), Peleando a la contra (Anagrama, 1995), vale el viaje. Ahí vive buena parte del mejor Bukowski y lo que pudo ser su lema: Contracorriente. Porque todo es mediocre y tibio, y, digan lo que digan los políticos, la libertad individual se muere a chorros. Incluso mucho más finos, necesitamos bukowskis.
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