LETICIA BLANCO
Pasarela Barcelona arrancó ayer al ritmo de Paint it black, de los Rolling Stones. Nada mejor que un poco de rebeldía para evadirse de los entresijos políticos que mantienen, todavía, en la cuerda floja a la pasarela. Y bajo los focos, Totón Comella. Además de los tradicionales dos-piezas con encaje, transparencias y terciopelo, Comella tiende inexorablemente hacia lo street. Abandonar el cajoncito de la ropa interior y tomar la calle, parece ser el lema de la firma lencera. El desfile estuvo teñido de grunge: se vieron cuadros leñador, aires masculinos y texturas ajadas. También algún boyfriend cárdigan, pantalones de pana, leggins y hasta algún trench en tweed. Todo neutro y sin estridencias, marca de la casa.
Lo contrario que Mireya Ruiz, que huye de todo lo que huela a pasar despercibida. La ex modelo creó para la ocasión un universo mitológico con una protagonista, Madame Raven, instalada en un decadente Montparnasse. Algo así como El Cuervo meets Blade Runner meets Baudelaire. Para Ruiz, el futuro es una mezcla de lujo y calle. El resultado fue una colección sólo apta para femmes fatals, las únicas capaces de combinar pitillos de napa negra con piel de conejo y un tocado inspirado en la naturaleza muerta (guiño a McQueen) sin pestañear.
Sita Murt no se complica. Sus balsámicas colecciones son hiperponibles y aunque tengan ese aire a déjà vu un poco noventas, al fin y al cabo, de lo que se trata es de vestirse y salir a la calle. ¿O no? La preciosa Leticia Dolera lució las prendas estrellas: varios vestidos baby doll de punto en tonos azul tinta, gris, blanco y avellana que se pegaban al cuerpo como una segunda piel, puro epítome de la inocencia. Fueron los hits de una colección inspirada en Japón, que lejos de aportar orientalismo exótico a las prendas, contribuyó con aires desenfadados y juguetones: se vieron pantalones anchos, mangas murciélago y chaquetas trapecio.
Txell Miras sigue combinando su propia firma con la línea femenina de Neil Barret, y los proyectos se le acumulan. El último (que al final no pudo realizar) era el diseño del vesturario de Tranuites circus, un espectáculo musicado por Lluìs Llach. Pero el universo onírico circense caló en ella y la cole, como dice ella, le ha salido inspirada en la figura del equilibrista: cómo mantenerse en esa cuerda floja que es el día a día y la sociedad que nos rodea, cómo sobrevivir en el circo cotidiano. La colección es una especie de extensión de una instalación, Inmersió, que puede verse en el Bread&Butter. Casi la totalidad de la colección está reciclada a partir de prototipos de la anterior. Algunas prendas se abren y la mayoría siguen fiel a la filosofía no color de Miras, limitándose al negro y al marrón envejecido, en lana y algodón.
Josep Abril y Hannibal Laguna también mostraron sus propuestas en una jornada que terminó con el show de Konrad Muhr, quien volvió a hacer gala de su excentricidad con una puesta en escena entre versallesca y militar. El título de su colección, El lago dorado, rinde tributo a la pacífica Formentera. Pero nada más lejos de la tranquilidad que emana la más pequeña de las islas Baleares. Su colección estuvo dedicada en esta ocasión casi en exclusiva a una mujer hipersexy y atigrada.
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