Y, en cualquier caso, las dos mayores incógnitas en estos momentos son las de saber qué pretende Otegi con su supuesta constatación de hechos (pero que, dentro de ese mundo, también puede ser considerada una denuncia, si, como siempre, realizándola cumple órdenes de ETA) y, sobre todo, cuáles son las repercusiones que pueda tener el atentado.

Quien más y quien menos dentro de la coalición se ha ido ubicando con los días.

Arnaldo Otegi.

Está intentando recuperar las riendas de la izquierda abertzale. En sus conversaciones con los socialistas vascos tras el atentado, les pidió dos semanas de plazo para reconducir la situación y les aseguró que, si en ese tiempo no se solucionaban las cosas, esto tendría muy difícil arreglo. Además, les advirtió de que, si no le daban la oportunidad de controlar a las bases más recalcitrantes, se enfrentarían a problemas mucho más difíciles. Cuando se rompió la pasada tregua, fue de los que asumió de inmediato que, si tenía que quedarse con los más duros, por pocos que fueran, lo haría. Sin embargo, ahora necesita hacerse valer como posibilista porque sabe que la otra opción para su futuro es la cárcel.

Tras su estela se encuentran veteranos como Angel Mari Elkano o Jone Goirizelaia, muñidora de la plataforma Ahostak y que, junto al abogado Iñigo Iruin, ha hecho el ridículo más evidente al organizar reuniones privadas en las que aseguraban que ETA «había decidido dejarlo».

Rafa Díez Usabiaga.

El secretario general del sindicato LAB fue uno de los interlocutores de los socialistas durante años, como Otegi o Pernando Barrena. Preparó con ellos el manifiesto de Anoeta. Pero, desde el mes de junio aproximadamente, viene siendo orillado por ETA y ha sido desplazado en la izquierda abertzale. Aseguró a los más allegados que, si este proceso no prosperaba, abandonaría la plaza.

Rufi Etxebarria.

Su posición necesita una lectura propia que puede ser muy esclarecedora. Dicen que en estos momentos sigue la ortodoxia de ETA y que, al mismo tiempo, está al lado de Otegi. El autor de la ponencia sobre la «socialización del sufrimiento», que justificaba la extensión de atentados a todos los sectores sociales, no solamente está ahora a favor de esto, sino que defendió al portavoz de Batasuna cuando en septiembre Joseba Permach lo cuestionó porque le parecía que no se le estaba exigiendo suficiente al Gobierno. Después de estar en prisión, se apartó de la primera línea. Los expertos vaticinan que ahora hará lo mismo si las cosas se tuercen demasiado.

Barrena y Permach.

A Pernando Barrena le sitúan donde más convenga en cada momento y a Joseba Permach, aunque ha estado escorándose hacia el sector duro de la izquierda abertzale, ahora parece estar posicionándose a favor de Otegi. Entre otras cosas, dicen los expertos, porque «su tren de vida burgués, su vida en familia y su formación universitaria no le hacen asumir fácilmente un ingreso en prisión».

El sector duro.

A partir de este punto queda por abordar el liderazgo del sector duro. Aquí se encuentra el responsable de comunicación de Batasuna, Juan José Petrikorena, cuya radicalidad tuvo que ser incluso moderada por ETA, que, en determinado momento, le relegó a un segundo plano. Y en todos los análisis aparece el nombre de Mikel Zubimendi. Es miembro de la Mesa Nacional de Batasuna, antes estuvo en ETA y pasó a la posteridad por ser el parlamentario que colocó una bolsa de cal viva en el escaño del socialista Ramón Jáuregui en el Parlamento vasco. Pero acto seguido, las mismas fuentes constatan que está demasiado «grillado» como para tener peso real alguno.

De modo que, en realidad, a quien las Fuerzas de Seguridad le atribuyen el liderazgo del sector más crítico, el que más problemas ha creado a lo largo de la tregua y el que ahora continúa irreductible, es a Ibón Arbulu. No está en la dirección del partido, pero ha ido adquiriendo peso específico en la izquierda abertzale, sobre todo entre los radicales de Segi y Jarrai. Completó estudios de Filología Vasca, fue responsable de Política Institucional de Batasuna en 1998 y concejal en el Ayuntamiento de Bilbao. Escapó de la Justicia en 2003, cuando iba a ser arrestado por su responsabilidad en la puesta en marcha de plataformas electorales. Fue detenido en Francia y entregado a la Policía española en mayo de 2005. Dicen que entre estos nombres están las claves.