NANDO GARCIA
Es el último hilo del que tirar. La última pista que puede conducir al asesino de Sheila Barrero, la joven de 22 años que fue hallada con un disparo en la nuca en el interior de su coche en la Collada de Cerredo, en Degaña (Asturias). De eso hace ya casi tres años y el crimen sigue sin resolverse.
Los investigadores de la Guardia Civil lo han intentado todo. Sin embargo, un escudo heráldico podría delatar al homicida. Se trata del dibujo que hay bordado en una bufanda que fue hallada en el asiento trasero y que, con casi toda seguridad, fue utilizada por el agresor para resguardarse del frío. Puede que fuera su único error.
Sheila estaba cursando estudios de Turismo. El 25 de enero de 2004 regresaba de un pub de Villablino (León) en el que trabajaba los fines de semana. Iba camino de su casa, en Degaña. Nunca llegó.
En el alto de La Collada, paso entre el valle de Laciana (León) y Asturias, un coche se detuvo delante del suyo y de él bajó un hombre que acabó con su vida de un disparo a bocajarro. Horas después, el cadáver fue hallado por su propio hermano. En el coche no había huellas significativas ni habían robado nada. No apareció un solo testigo presencial de los hechos.
Interrogatorios, análisis, intervenciones telefónicas, seguimientos y más de 600 entrevistas han sido algunas de las tareas llevadas a cabo por los investigadores. Uno de los múltiples interrogantes que no se han desvelado es el móvil del asesinato, aunque desde el primer momento se creyó que fue una venganza. La familia de la víctima no puede imaginarse quién podía desear un final tan trágico a Sheila.
El último intento de los investigadores acabó también en fracaso. En octubre pasado, las pruebas del ADN encontrado en la escena del crimen no coincidieron con ninguna de las 10 personas a las que se cotejó su perfil genético y que estaban relacionadas de alguna manera con la víctima.
Los investigadores están convencidos de que la joven conocía a su verdugo porque Sheila detuvo el Peugeot 206 que conducía sin intentar ninguna maniobra evasiva. El asesino se introdujo en la parte trasera del coche y le disparó un tiro en la nuca. Las pesquisas practicadas apuntan a que el agresor colocó el cuerpo de la víctima en el respaldo del asiento, ya que fueron hallados restos de sangre en el volante.
Desde el cruel asesinato sólo ha habido una persona imputada. Borja, un joven que había mantenido una relación sentimental con la víctima que no acabó del todo bien. Fue arrestado pocas semanas después del crimen. Sin embargo, tras prestar declaración lo dejaron en libertad, ya que no había pruebas que lo inculparan.
A lo único que se agarran los familiares es a la bufanda que fue hallada en el asiento trasero del coche de Sheila. La última esperanza tiene forma de escudo. En él se aprecia una flor, un libro y una cabra colgada por un arnés. En la parte inferior del emblema se puede leer la leyenda Artes y honor, que podría pertenecer a una universidad, a una marca comercial o a un municipio.
La familia de Sheila pide que si alguien identifica el escudo llame al 93 323 21 48. Es el último hilo del que tirar.
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