PEDRO VILLORA
Si algo teme José María Pou es que se haya podido generar un exceso de expectativas que pueda volverse en su contra. «Estaba más tranquilo cuando estrenamos hace 14 meses en Barcelona antes de que hubiese pasado esto». Y es que esto es una gira por media España con teatros llenos todos los días, unas críticas entusiastas y una sarta de reconocimientos que han culminado con la obtención del Premio Nacional de Teatro por este trabajo. «Esto ha explotado como una bomba y se ha convertido en un acontecimiento. Me asusta porque ya no parece una función de riesgo, sino un producto de esos que hay que ver».
Pero el riesgo siempre existe, máxime cuando sabes que La cabra o ¿quién es Sylvia?, la obra de Edward Albee que se presenta en el Teatro Bellas Artes, va de un señor que copula con una cabra. «Es insólito que alguien con casi 80 años se atreva a escribir una función con un tema tabú. Nos parece que somos tan tolerantes que hasta los homosexuales se pueden casar y adoptar, pero todo eso es mentira. El interrogante enorme de la obra es hasta dónde puede llegar nuestra capacidad de tolerancia. Martin, el protagonista, comete una transgresión yendo más allá de lo que las normas permiten, enamorándose de una cabra. «Defiende que llega a las relaciones sexuales con el animal como consecuencia del amor», comenta un José María Pou que aquí no sólo es intérprete, sino también productor, traductor y, por primera vez en su carrera, director.
«Martin es un personaje de alto nivel cultural y social. Es arquitecto, cuando los arquitectos son las estrellas culturales del momento, y al minuto de comenzar la función ya sabemos que la noche anterior ha ganado el premio Pritzker. Albee lo coloca en la cumbre porque lo del sexo con animales tiene algo de rusticidad y todo el mundo ha oído chistes de pastores y gañanes con cabras y gallinas, pero nunca nadie ha contado eso con un hombre inteligente y consciente de lo que está haciendo».
Un hombre enamorado, sí, pero ¿se trata de un amor correspondido? «Una de las frases más polémicas es cuando Martin dice a su mujer que quiere a la cabra y que la cabra lo quiere a él. Albee usa esto para hablar de la otra gran cuestión de la obra: la naturaleza absolutamente irracional del amor. Ese señor se enamora de una cabra y no entiende por qué. Hay algo incontrolable en el enamoramiento, una reacción química. Puedes cuestionarte si la cabra le corresponde o no. Para la esposa, él la está violando».
La cabra o ¿quién es Sylvia? -una de las últimas creaciones del autor de Historia del zoo, ¿Quién teme a Virginia Woolf? y Tres mujeres altas- es, según Pou, una historia insólita, no habitual y que provoca reacciones. «Me gusta el teatro que causa reflexión, introspección, análisis... Que la gente salga del teatro con los bolsillos llenos de interrogantes». En este caso, lo consigue gracias al argumento pero también al tratamiento: «Albee ha planteado un viaje brutal de la comedia a la tragedia. Empieza como una alta comedia de Noël Coward para ir poco a poco ennegreciéndola y terminar en la más desoladora de las tragedias de Beckett. Albee hace que esos personajes que sufren tanto se rían de sí mismos. Son tan inteligentes que usan el sarcasmo para curarse sus heridas. Ese sarcasmo desorienta al espectador llenándolo de toques del absurdo».
Mercè Arànega, a quien vimos hace poco en La Abadía protagonizando Largo viaje hacia la noche, es la compleja esposa engañada. Juanma Lara es el amigo cuyas palabras inician el conflicto, y Alex García tiene a su cargo el papel del hijo homosexual que cree -acaso equivocadamente- encontrar en su padre un cómplice que entienda lo dramático de saber que los tuyos son tan modernos que aceptan que seas gay, pero preferirían que no lo fueses.
La cabra o ¿quién es Sylvia?.
Teatro Bellas Artes (Marqués de Casa Riera, 2).
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