MARIA TERESA BENITEZ DE LUGO. Especial para EL MUNDO
GINEBRA.-
La ONU informó ayer de que 34.452 civiles murieron el año pasado en Irak víctimas de la violencia sectaria, lo que supone casi 100 muertos diarios. Se estima también que 36.685 resultaron heridos. Estas cifras demuestran la incapacidad del Gobierno iraquí para garantizar el respeto de la ley y asegurar una protección eficaz de la población.
Según el informe bimensual de la misión de la ONU sobre los Derechos Humanos en Irak, durante los pasados meses de noviembre y diciembre 6.367 civiles perdieron la vida en circunstancias dramáticas y otros 6.875 fueron heridos. Estos cálculos superan con creces los facilitados por Bagdad.
Durante la presentación de las conclusiones del informe en Ginebra, el portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ACDH), José Díaz, declaró que la situación es extremadamente grave en la capital iraquí, donde se han registrado más de la mitad de las muertes. La mayoría de los cadáveres presentaba señales de torturas.
«La principal causa de la violencia sectaria se debe a que los actos de represalia y venganza no son castigados y a que a sus autores no se les pone un freno que les impida repetirlos. Este sentimiento de impunidad hace que los chiíes y suníes se ajusten las cuentas entre ellos con la ayuda de milicias o de bandas de criminales», señala el informe. Y prosigue: «Mientras no se respeten las leyes, la violencia sectaria continuará y la situación interna no se podrá controlar. Por eso la eficacia del nuevo plan de seguridad dependerá de la puesta en marcha de un programa de reformas que refuerce el respeto de la ley y garantice la Justicia para todos los iraquíes».
El informe critica el aumento creciente de pactos entre las fuerzas de seguridad oficiales y las milicias o grupos de criminales, lo mismo que las infiltraciones que existen entre ellos. Con un promedio de 10 muertos diarios, los policias iraquíes siguen siendo uno de los objetivos principales de los asesinos.
Las cifras, que se basan en datos facilitados por los hospitales y las morgues, reflejan que durante los dos últimos meses de 2006 el número de víctimas descendió ligeramente.
El informe de Naciones Unidas denuncia que 30.842 iraquíes se encuentran actualmente detenidos por las fuerzas multinacionales y las autoridades iraquíes de manera arbitraria, sin ser formalmente acusados. Entre ellos, 14.534 personas están encarceladas en prisiones bajo control anglo-estadounidense.
Respecto al número de desplazados internos, éste sigue aumentando y, según la ONU, tras el ataque suní contra un mausoleo sagrado chií en Samarra, en febrero, más de 470.000 iraquíes han huido de sus hogares. Por si fuera poco, la violencia impide la distribución de la ayuda humanitaria.
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