El empresario ruso español Antonio Valdés García, de 32 años y testigo clave en el juicio contra la petrolera Yukos, ha decidido escabullirse del opresivo cedazo de la Justicia rusa y dar esquinazo a los policías que lo custodiaban bajo arresto domiciliario. De algún modo, Valdés (que arrastraba secuelas por la fractura de ambas piernas tras un intento de suicidio) logró escapar a los guardias, a los que dejó encerrados con llave en su apartamento, informa el diario Kommersant, que ha bautizado el caso como el del «ágil inválido».
La fuga de Valdés, imputado por supuesto robo y blanqueo de dinero en el nuevo proceso contra Yukos, fue confirmada ayer por el fiscal general de Rusia, Yuri Chaika. «Contra los funcionarios de policía que lo custodiaban se ha abierto una causa penal», declaró Chaika, que confirmó la orden de búsqueda y captura sobre Valdés. El empresario está acusado de ser copartícipe en la apropiación indebida de 13.000 millones junto con Jodorkovski y Platón Lévedev (ex director financiero de Yukos). Al parecer, Valdés aprovechó un permiso por Año Nuevo para darse a la fuga.
Condenado a ocho años de prisión por estafa e impago de impuestos, el fundador de Yukos, Mijail Jodorkovski, no se cansa de denunciar desde su celda siberiana la motivación política de su persecución judicial, que derivó en la quiebra de la compañía y su absorción por una petrolera estatal. La Fiscalía rusa acaba de abrir otro expediente contra Jodorkovski por lavado de dinero, un caso que atañe a Valdés, antiguo dueño de Fargoil. Esta empresa es una filial de Yukos, registrada en la región de Mordovia, paraíso fiscal ruso en los años 90. Según la Fiscalía, a través de intermediarias como Fargoil, Jodorkovski lavaba dinero y evadía impuestos.
La dramática peripecia de Valdés comenzó el 10 de junio de 2005, cuando, reclamado por la Fiscalía rusa para declarar como testigo, decidió volar a Moscú desde Madrid, bajo la promesa de que no sería encarcelado y temiendo que le impidiesen entrar en Rusia (donde tenía mujer, casa y trabajo).
Nada más pisar suelo ruso, dos policías armados se pegaron como lapas a Valdés, que fue recluido en unas dependencias del Ministerio del Interior cerca de Moscú para, según la Fiscalía, protegerlo de los servicios de seguridad de Yukos de acuerdo a la Ley de protección de testigos. Pero Valdés no tardó en pasar de la condición de testigo a la de acusado por prestar las cuentas de Fargoil para el lavado de dinero. En agosto de 2005, Valdés intentó suicidarse arrojándose por la ventana de las dependencias policiales, fracturándose ambas piernas. Fue trasladado a un hospital de Istra, donde sus guardaespaldas dijeron que tuvo un accidente de coche.
La embajada española en Moscú intentó comunicarse con él para ofrecerle sus servicios, pero el empresario sólo dio señales de vida el pasado junio, cuando agradeció las atenciones a la sede diplomática, corroboró a este diario el consejero de prensa de la embajada de España en Moscú, Ignacio Moreno Gozálvez. Sin embargo, Valdés no volvió a ponerse en contacto con la embajada.
En junio de 2006 comenzó el juicio contra Valdés (que compareció con muletas) y otros dos ex directivos de Yukos, también implicados en el robo de los 13.000 millones de dólares. En diciembre, la fiscal pidió 15 años de prisión para cada uno de los acusados. Ayer debían comparecer los abogados de los acusados, pero la fuga de Valdés obligó al juez a posponer la vista hasta el 23 de enero.
Valdés es hijo de un niño de la guerra (hijos de republicanos que fueron enviados a la URSS en 1937).
