«Hace años, el único líder que desafiaba al poder imperialista era Fidel Castro en Cuba. Ahora, Latinoamérica se une en un clamor general y la amarga noche neoliberal se apaga por fin». Fueron las palabras que el presidente venezolano, Hugo Chávez, pronunció durante la investidura del nuevo mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, que congregó en Quito a nueve jefes de Estado latinoamericanos. Su homólogo boliviano, Evo Morales, completó el discurso: «Antes teníamos democracias subordinadas al Imperio, ahora tenemos democracias que van a liberar a todo el pueblo latinoamericano».
Son dos muestras de la nueva corriente de la izquierda «revolucionaria y antiimperialista» que se abre paso en la región y que tiene en Castro, Chávez y Morales sus máximos exponentes. La lista se afianzó con la llegada al poder del ex sandinista Daniel Ortega en Nicaragua y de Correa en Ecuador. Este último incluso llegó a hablar del presidente Bush como el mismísimo «diablo».
La nueva era que viven los gobiernos latinoamericanos llega al punto de plantear la creación de una única moneda regional, emulando la figura del euro en el Viejo Continente. El primero en defender esta idea fue Chávez, que incluso avanzó un nombre: sucre, en referencia al héroe de la independencia, el venezolano Antonio José de Sucre.
De hecho, esa era la moneda de Ecuador hasta la llegada del dólar en 2000. «La nueva moneda estaría apoyada en nuestra verdadera riqueza, que es muy alta», sostuvo el mandatario un día antes de viajar a Quito para la investidura de Correa. Añadió que es el momento idóneo de dar a luz la nueva divisa, «ante la depreciación del dólar estadounidense en los mercados internacionales». Los siguientes en dar el visto bueno a la propuesta chavista fueron sus amigos Correa y Morales, que no dudaron en alabar «la unión latina que inunda las calles de América», según afirmó el líder ecuatoriano.
Durante su investidura, el presidente de Perú, Alan García, y su homólogo nicaragüense también se mostraron partidarios de esa alianza monetaria. El primero expresó que la verdadera soberanía consiste en «expresar el crecimiento y la potencia social de un continente en una moneda». También abogó por unir «las economías, la electricidad y los caminos». Imitando a Chávez, el peruano se atrevió con un posible nombre para esa moneda: peso sudamericano. «Y tal vez pudiera aparecer una bandera con la silueta en dorado de Sudamérica. Así, nosotros pesaríamos más, ya que Latinoamérica sería una fuerza gravitante que permitiría tratar con Estados Unidos y Europa en otras condiciones», agregó Alan García.
Ortega, por su parte, señaló también en Quito que la región debe tener un Parlamento común, así como promover medidas unitarias para vencer la pobreza. «¿Cómo es posible que los latinos no nos unamos a estas alturas?», preguntó el líder nicaragüense.
Sin embargo, la defensa de una moneda única no es la sola similitud entre los mencionados gobiernos. La nacionalización de los recursos naturales cobra cada vez más fuerza. Hace una par de semanas, Chávez ya logró llamar la atención de medio mundo al anunciar la nacionalización de las empresas de telecomunicaciones y de electricidad de Venezuela. El mismo camino quiere seguir Morales con la minería. «Debemos convertir a la región en una potencia en gas y no sólo hablar de dos o tres países», aseguró en un canal de televisión ecuatoriano. Y más de lo mismo por parte de Correa, que revisará los contratos con las petroleras extranjeras.
Mientras tanto, los gobiernos de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, aunque también de izquierdas, muestran una postura mucho menos radical. Aun así, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, sí destacó la necesidad de afianzar la «integración» regional. Por ello, aplaudió el ingreso de Ecuador al Mercosur y habló de la «alianza estratégica» que está a punto de sellar con ese país.