Jueves, 18 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6241.
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El Paral·lel volverá a ser un eje cultural de BCN con la reapertura del Molino y el Arnau
Los planes se suman a la inauguración del Scenic, que la SGAE prevé abrir este año
SILVIA TAULÉS

BARCELONA.- La avenida de las luces, la que emulaba al París del Moulin Rouge a principios del siglo XX, volverá a encenderse.El Ayuntamiento de Barcelona quiere que la avenida Paral·lel vuelva a ser un eje cultural de la ciudad y convertirán el sueño de muchos en realidad con la reapertura de los teatros Arnau y El Molino. La pendiente inauguración de lo que fuera el Scenic a manos de la SGAE será otro de los puntos que logrará la cuadratura del triángulo.

En noviembre de 1997 cerraba sus puertas El Molino, pero lo que en algún momento pareció un cierre definitivo ha visto luz al final del camino. Lo anunciaba ayer el Ayuntamiento con la presentación del nuevo proyecto que se llevará a cabo en el histórico espacio de la avenida Paral·lel.

La comisión de Gobierno municipal aprobó ayer de forma definitiva el plan especial integral para la creación y ordenación del local de la calle Vilà i Vilà (donde se sitúa el teatro). El plan es una iniciativa privada promovida por la empresa Ocio Puro SL y prevé la construcción de un edificio sobre el actual, catalogado en el nivel B de protección.

La propuesta consiste en conservar aquellos elementos más característicos del antiguo edificio con usos análogos en planta, manteniendo al máximo la disposición de la sala pero adaptada a la normativa contra incendios. Lo contaba ayer el primer teniente de alcalde Xavier Casas, quien explicitó que el proyecto contará con un subterráneo con lavabos y almacén, además de una coctelería con terraza, espacios de instalaciones, oficina y sala de ensayos y vestidor. En total, son cinco plantas más una técnica que llegarán a 27 metros de altura máxima.

Casas aseguró también que la empresa propietaria de El Molino ha mostrado «muchas ganas» de empezar el proyecto por lo que se empezará a llevar a cabo «muy rápido». Con todo, recordó que «como mínimo se necesitan ocho meses» para construir un edificio, con lo que se aventuró a pronosticar que «en un año y medio puede estar listo». El nuevo edificio contará con «los elementos de la fachada con el molino y sus aspas en movimiento».

El Molino se inauguró en 1899 como La Pajarera Catalana en un Paral·lel que nada tiene que ver con el actual. Al cabo de unos años, en 1908, se rebautizaba el local como Petit Moulin Rouge, nombre que no fue sustituida por El Molino hasta pasada la Guerra Civil, que obligó a castellanizar el logotipo y a suprimir el adjetivo de rojo (rouge) en la España casta y pura que la bota de la dictadura franquista quería. El cabaré barcelonés por excelencia cerró sus puertas en novimebre de 1997 por una quiebra en la empresa gestora de entonces, New Mills SL. La falta de público y el exceso de infraestructura técnica y humana para llevar a cabo este tipo de espectáculos fue la razón que se ofreció en aquel momento para justificar el cierre.

Pero la historia, tozuda, volvía a la carga en 2002 cuando el grupo «Fem girar El Molino» comenzaba una serie de actividades para reivindicar la reapertura del local. Del mismo modo se ha desarrollado la vida del Arnau, edificio que será expropiado por el Ayuntamiento de Barcelona «en breve», según aseguró ayer Casas, quien agregó que el espacio se destinará «a usos culturales» tras la remodelación del local. En estos momentos, el Ayuntamiento está elaborando el plan especial que permita la expropiación y espera que «muy pronto haya buenas noticias». El Arnau cerró en enero de 2001, cuando Diabéticas Aceleradas ofrecía su función.Este histórico barcelonés, con un aforo de 503 butacas repartidas entre la platea y dos pisos, había formado parte del paisaje teatral del Paral·lel desde finales del siglo XIX, cuando se construyó. Se reformó por última vez hace más de 20 años, en 1982.

Tal y como le sucedió al Molino, un grupo de ciudadanos vinculados a la cultura reclamaron su reapertura. Pero esta vez, los actos reivindicativos fueron más allá y el grupo decidió abrir las puertas del teatro por su cuenta y dedicar un fin de semana a ofrecer diversos espectáculos en el local. Estos okupas culturales, como todos los demás, fueron desalojados por orden judicial la misma noche que entraban en el edificio.

Ahora, con la ley en la mano, la ciudadanía a favor y las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, el Paral·lel puede aspirar a volver a ser algo de lo que fue. Aunque parece claro que aquel siglo en el que las luces deslumbraban, las plumas excitaban y el cabaré daba alas a la imaginación quedan ya muy lejos.

APOYOS

EL MOLINO

Aquí hay que hablar de pluma, lentejuela, tanga primerizo y taconazos. Picardía en estado puro. Cabaré como nunca más se ha visto. Parecía una premonición, porque sólo tres meses antes de que El Molino cerrara, en 1997, fallecía Vicenta Fernández, conocida como Doña Fernanda, la mujer que creó y levantó el teatro de las aspas que movían el Paral·lel. Y con el cierre del local moría un espíritu nacido al final del siglo XIX (El Molino inauguraba en 1899) que llevó a Barcelona a la escena internacional. Como Doña Fernanda, por las tablas del local ha pasado lo más granadito de la picaresca convertida en teatro: la Bella Dorita, La Chunga, Antonio Amaya, Amparo Moreno y La Maña son algunos de los nombres que vistieron lentejuelas en épocas en las que la luz sólo brillaba cuando se levantaba el telón.

ARNAU

Aquí debutó Raquel Meyer en 1911. Y aquí cantó temas como La violetera y El relicario. De unos clásicos a otros y de unas versiones a otras. Porque por el Arnau ha pasado lo más variopinto del panorama cultural de cada época. Un Shakespeare alocado de la mano de Javier Gurruchaga se combinaba en cartelera con Esperanza Roy y su Esta noche no estoy para nadie. Diabéticas Aceleradas, The Rocky Horror Picture Show, Leo Bassi, Chicago... De nada sirvieron estos espectáculos, como de nada sirvió haber formado parte de una arteria barcelonesa donde estaban muchos de los teatros de la ciudad: el Apolo, el Condal, el Victòria y El Molino.El edificio del Arnau, destrozado por dentro, se mantiene en pie desde finales del siglo XIX a la espera de que Barcelona le otorgue de nuevo categoría de teatro.

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