Aunque lleguen tarde, han decidido apuntarse a la moda. La consellera de Sanitat, Marina Geli, se reunirá hoy con representantes del sector de la moda catalán y con la dirección de Pasarela Barcelona (PB) para pactar una serie de medidas que impidan la utilización de modelos extremadamente delgadas en los desfiles y así prevenir la anorexia entre las jóvenes.
La iniciativa de la Generalitat llega a remolque de Cibeles, que en octubre instauró un mínimo de masa corporal en las modelos como requisito para desfilar; y después de gestos similares vividos en las pasarelas de Milán, Nueva York y Valencia.
Hasta el momento, en los desfiles barceloneses nunca se ha pesado a las maniquíes aunque, según el presidente de PB, Josep Maria Donat, «se ha abogado por un aspecto saludable». Pero la dirección de Pasarela tendrá que acatar cualquier decisión que imponga la Generalitat. «Recibiremos con los brazos abiertos cualquier medida para avanzar en ese sentido que venga de la Generalitat, que es quien financia la pasarela» y por lo tanto, paga a las modelos, admitió Donat. De hecho, durante la pasada edición de junio se firmó un acuerdo entre PB y la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB). Y en la actual edición, una modelo que debía desfilar para la firma lencera TCN fue desestimada en último momento por estar demasiado delgada.
El director de Salud Pública, Antoni Plasència, reconoció ayer, en declaraciones a Europa Press, que se pretende rechazar la delgadez severa, la unificación de tallas, la «diversificación cultural» de las modelos para que reflejen el mapa étnico de la sociedad y la muestra de un «amplio» abanico de tallas en la pasarela. La polémica sobre la anorexia entre modelos ha vuelto a la actualidad tras la muerte en los dos útimnos meses de cinco adolescentes brasileñas a causa de transtornos alimentarios.
«El mundo es nuestro patio de juego», contestan en el Bread&Butter cuando se les pregunta qué planes tienen. De momento, la excelente sintonía con Barcelona se mantiene intacta y el contrato con Fira de Barcelona sigue siendo indefinido.
Pero el salón alemán reconoce ahora que se debe a sus clientes globales y que nadie puede predecir qué marcarán las tendencias en dos años. También se asume que el arrollador éxito del salón desembocará, tarde o temprano, en algún otro evento, no necesariamente otro salón, ni en Barcelona. En el mes de julio, el presidente del salón, Heinz-Müller, ya confesó que la idea de organizar una Semana de la Moda Europea y una convención de líderes del sector («un Davos de la moda», lo llamó) le tentaba. Mientras, el salón se desliza del segmento urbano al del lujo con disimulo: la Superior Area está abarrotada. La mayoría de firmas internacionales que venden en Barcelona lo hacen en Gonzalo Comella, Santa Eulàlia, Jofré o La Comercial, y abundan firmas de lujo que cuelan sus segundas líneas en el salón como Donna Karan, Paul&Joe, Lacroix y Karl Lagerfeld.