El laberinto... se estrenó el pasado día 29 en Los Angeles y otras ciudades de Estados Unidos -las películas que compiten a los Oscar deben ser vistas por el público antes del 31 de diciembre- y ha puesto a la crítica verdaderamente boca abajo. Las últimas fechas de 2006 han visto en la cartelera tres películas españolas, Volver, La vida secreta de las palabras y El laberinto..., todas con elogios. El hecho es insólito. La presencia del cine español -otro tanto ocurre, aunque en menor medida, con el francés o el italiano- es meramente testimonial en Estados Unidos. Hay quien ve maniobras aviesas de la maquinaria de Hollywood para reafirmar su monopolio del mercado -las películas americanas tienen en el país una cuota del 96%-. El hecho es que el consumidor estadounidense, en su mayoría, ama el cine de su país y le hastían las películas subtituladas, formato que adoptan la mayor parte de las extranjeras.

Nuestra penuria en Estados Unidos, pues en 2005 se proyectaron unas tres películas españolas, hace más notable el hecho de la existencia simultánea de otras tantas a fines de 2006 y el de que no hayan pasado precisamente desapercibidas para la crítica. El filme de Coixet (La vida secreta...), aunque alabado, ha tenido un eco reducido. Volver y El laberinto... han embrujado literalmente -no exagero nada- a la crítica. Almodóvar es, en estos momentos, quizás desde Hable con ella, el director extranjero más admirado por los comentaristas estadounidenses. Volver les ha encantado. La importantísima Time la califica como «la obra de un maestro en la cumbre de su carrera» y en el resumen de Entertainment weekly, con las calificaciones de 13 de los más conocidos especialistas del país, le da la quinta puntuación en los filmes del año, prácticamente empatada con otras carne de Oscar como Cartas de Iwo Jima y La reina.

Mejor parada aún, si cabe, emerge Pepélope Cruz, ensalzada unánimente por periodistas de relumbrón que dicen que hay que olvidarse de sus pinchazos americanos (Vanilla Sky, Sahara...) y relamerse en esta interpretación asombrosa en la que «está atrevida, vulnerable, gozosa, desvastada» (Missy Schwart). Penélope entra en todas las quinielas para ser nominada en enero, aunque en la recta final del Oscar se le atragantará Helen Mirren, que juega con ventaja (personaje histórico, favorecido por los votantes, película sin subtítulos, etcétera).

El laberinto... acosa ya a Penélope en comentarios de especialistas. Kenneth Turan, el pontífice del influyente Los Angeles Times, escribe que Del Toro es el cineasta de lo fantástico más completo del mundo, que ha tenido el mejor reparto de su carrera y ha creado un mito atemporal. Sight and sound va más allá: el filme sería el Ciudadano Kane del cine fantástico. Para Entertainment Weekly es la tercera película importante del año y en el púlpito del New York Times, A.O. Scott sostiene que la película quedará y que es una fábula política disfrazada de un cuento de hadas, o lo contrario. No es remiso hacia nuestra compatriota Ivana Baquero, una actriz «desusadamente talentosa». La precoz catalana obtiene ditirambos que hubieran honrado a la Garland en su debut.

Trufadas de lisonjas, las dos cintas españolas se enfrentan al desafío de la taquilla. Empresa difícil. Volver, aun con el entusiasmo de los especialistas, sólo se proyecta en 45 cines del país (Casino Royale, en 3.121; La reina, en 628). Cifra hoy muy por encima de otras cintas extranjeras pero evidentemente ínfima.

¿Acechanzas de los distribuidores que no quieren ceder más que migajas de un pastel doméstico cuantioso, 8.800 millones de dólares de taquillaje en 2006 con un aumento del 5% y en momentos en que la película media de Estados Unidos ya tiene un costo de 92 millones? ¿Alergia del espectador a otra temática y a los subtítulos?

El contraste en la presencia con la situación en Europa -nueve de las 10 películas más taquilleras en España, Alemania y Gran Bretañan en las mismas fechas eran americanas- es pasmoso. Y da que pensar.