SILVIA TAULÉS
BARCELONA.-
La avenida de las luces, la que emulaba al París del Moulin Rouge a principios del siglo XX, volverá a encenderse. El Ayuntamiento de Barcelona quiere que la avenida Paral·el vuelva a ser un eje cultural de la ciudad y promoverá la reapertura de los teatros Arnau y El Molino. La esperada inauguración de lo que fuera el Escènic a manos de la SGAE será otro de los puntos que logrará la cuadratura del triángulo.
En noviembre de 1997 cerró sus puertas El Molino, aparentemente para siempre. Sin embargo, el Ayuntamiento aprobó ayer el plan especial integral para la creación y ordenación de la calle Vilà i Vilà (donde se sitúa el teatro) que prevé la construcción de un edificio sobre el actual, catalogado en el nivel B de protección.
La propuesta consiste en conservar los elementos más característicos del antiguo edificio con usos análogos en planta, manteniendo al máximo la disposición de la sala pero adaptada a la normativa contra incendios. Lo contaba ayer el teniente de alcalde Xavier Casas, quien explicó que el proyecto contará con un subterráneo con lavabos y almacén, además de una coctelería con terraza, espacios de instalaciones, oficinas y sala de ensayos y vestidor. En total, cinco plantas más una técnica que llegarán a 27 metros de altura máxima.
Casas aseguró también que la empresa propietaria de El Molino ha mostrado «muchas ganas» de empezar el proyecto por lo que éste se desarrollará «muy rápido». Con todo, recordó que «como mínimo se necesitan ocho meses» para construir un edificio, con lo que se aventuró a pronosticar que «en un año y medio puede estar listo». El nuevo edificio contará con «los elementos de la fachada, el molino y sus aspas en movimiento».
El Molino se inauguró en 1899 como La Pajarera Catalana en un Paral·lel que nada tiene que ver con el actual. Al cabo de unos años, en 1908, se rebautizó el local como Petit Moulin Rouge, nombre que no fue sustituiddo por El Molino hasta pasada la Guerra Civil, que obligó a suprimir el adjetivo de rojo (rouge). El cabaré barcelonés por excelencia cerró sus puertas en noviembre de 1997 por una quiebra en su gestora. La falta de público y su precariedad material habían condenado al teatro.
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