El Getafe toma al asalto Mestalla / EL MUNDO

VALENCIA.- El Getafe se marchó ayer de Mestalla entre los aplausos de una grada, que también se reservó pitos y algún que otro pañuelo para despedir al caótico y decepcionante Valencia. El que más propuso, arriesgó, dominó y, por supuesto, recorrió más kilómetros sobre el césped fue el Getafe, el único equipo que se vio en Mestalla y que terminó dándose un homenaje.

Condicionado por el empate a uno de la ida, al conjunto de Schuster no le valía otra que morder para seguir vivo en la Copa. Y los madrileños no sólo mordieron, bailaron como quisieron a un Valencia que salió hecho un flan, tembloroso en su juego y blandito, muy blandito, en defensa.

Ayer, o se olvidaron de jugar con las líneas bien juntitas, como marca el libreto de Quique, o pensaron que iba a ser sencillo dejar al Getafe en la cuneta, jugando a medio gas. Y eso exceso de confianza lo pagó a un alto precio.

El Valencia apostó descaradamente por dejarle el balón al contrario a la espera de poder darle un revés al contragolpe. Esa fórmula, es sabido, le ha funcionado de maravilla en muchos partidos, sólo que cuando ofreces tantas grietas en defensa el riesgo es múltiple. Sobre todo si el rival, como así lo planteó Schuster, se incorpora al ataque con casi toda la caballería.

Inexplicablemente, el brillante Valencia que sólo había encajado un gol en los últimos cinco partidos de Liga (y de penalti) se desmoronó. Güiza, que vive un dulce momento de juego, volvió loco a Albiol y Ayala, que no estuvieron, como el resto. No menos que Celestini, demasiado suelto para inventar, o Nacho, al que le daba igual caer a derecha o izquierda para hacer daño.

Güiza acaparó los dos primeros disparos. El primero lo detuvo Cañizares, el segundo, muy potente, se marchó alto. Se notaba la angustia en el ambiente, pero respiró momentáneamente el Valencia. Villa lanzó desde la esquina. Llevaba camino de gol olímpico, pero Tena alojó el balón en su red. Luis García protestó un empujón de Silva, pero el esférico ya había entrado.

La desgraciada acción no llegó a hacer mella en el Getafe porque apenas tres minutos después, el mazazo ya era historia. Nacho, aprovechando el coladero en el que se había convertido la zaga valencianista, se recreó, tras una elaborada triangulación con Celestini y Paunovic. Gran control de Nacho y mejor ejecución.

Con el Valencia mareado y aturdido, Quique apostó por dar mayor mordiente al ataque con Morientes. Nada mejoró. Güiza, el mejor de un Getafe que estaba bailando al rival, hizo bueno un sensacional taconazo de Nacho para revolverse y anotar el segundo. A partir de ahí, festival madrileño y decepción para un Valencia que lleva años sin catar la Copa.

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