Según un destacado cargo policial, «ETA, con el atentado de Barajas, pretendía presionar al Gobierno. Puede que se le fuera la mano, tal como sostuvo en el comunicado que publicó posteriormente, y ahora ha enviado a Otegi a suavizar la situación porque, en realidad, la pretensión de la banda terrorista es la de negociar con el Gobierno». De modo que, siempre según las fuentes consultadas, las declaraciones del portavoz de Batasuna podrían tener varias finalidades. Una de ellas sería la de difundir la idea de que hay predisposición en «ciertos sectores» a distanciarse de ETA y a criticar tanto el atentado -que, tal como dijo Otegi, ha creado «confusión»- como la intención de la banda de seguir atentando mientras propugna la continuidad del proceso.

Pero no es la única. Sabido es que a ETA la disminución porcentual de la base social que le respalda no le preocupa excesivamente porque, hasta ahora, siempre se ha pronunciado a favor de conservar a los más fieles o recalcitrantes, aunque sean menos en número. Sin embargo, es consciente del peligro de división y, eventualmente -dados los precedentes de disminución de votos que esto puede implicar para la izquierda abertzale y según los análisis policiales-, estaría dispuesta a evitar un mal mayor a cambio de una escenificación como la de Otegi.

Porque es cierto, tal como aseguró el portavoz radical, que hay sectores que no han entendido el atentado. Entre ellos, la mayor parte de los líderes de Batasuna en las diferentes comarcas y en los pueblos, y una parte de la Mesa Nacional formada por los miembros más veteranos que están luchando por que esta situación -que en un principio no compartieron por interés personal- no les deje fuera de juego.

Desde que se produjera el atentado de Barajas, y a pesar de los desmentidos de representantes como Joseba Permach, la dirección de la formación ilegalizada ha mantenido el contacto con la banda terrorista. Fue el caso de la rueda de prensa ofrecida por Arnaldo Otegi nueve días después del atentado, en la que solicitó a la banda que volviera a los términos del anuncio del alto el fuego de marzo, como si no se hubiera producido una acción terrorista con dos asesinatos como resultado.

Según las fuentes consultadas, tal como publicó este periódico, su solemne declaración había sido pactada con EKIN, estructura en la que está incluida ETA. Además, el portavoz de la formación ilegalizada -en una situación judicial más que delicada-, ya entonces, había pedido tiempo a los socialistas para reconducir la situación, les había informado de que, si no se encontraba una solución en dos semanas, las circunstancias empeorarían y les había advertido de las dificultades reales a las que habría que enfrentarse si no podía embridar a las bases más recalcitrantes.

Semanas después, un informe policial elaborado por la Comisaría General de Información para el Ministerio del Interior confirmaba el hecho de la coordinación entre ETA y Batasuna tras el atentado. Desvelado ayer por la Cadena Ser y fechado el pasado día 10, el documento señala textualmente que «se observa una perfecta coordinación entre los portavoces oficiales de Batasuna y la propia organización terrorista». Los expertos consideran que las declaraciones realizadas el pasado martes responderían a la misma estrategia.

Claro que una cosa son los movimientos tácticos y otra es la realidad, y si ETA cumple con la literalidad de su último comunicado y responde al Gobierno en «proporción» con las medidas policiales y judiciales que éste adopta; si el proceso se ve cegado de manera definitiva e irrecuperable, los expertos ven bastante probable la posibilidad de una escisión. Por ejemplo, señalan, cuando la izquierda abertzale compruebe que no puede presentarse a las elecciones. E incluso -según algunos analistas- podría darse la paradoja de que tuvieran que abandonar los lugares preponderantes de la izquierda abertzale aquellos dirigentes más posibilistas -a pesar de estar secundados por una importante masa social-, que dejarían la oficialidad de la izquierda abertzale en manos de los más radicales.

Asimismo, se abre paso otra tesis que indica que el atentado se perpetró con la anuencia de Josu Ternera. Sostienen que el jefe del aparato político ha pasado a un segundo plano y puede que fuera desplazado en determinado momento pero, según estas fuentes, asumió el nuevo enfoque de la banda y consensuó el ser relegado para preservar así su función como negociador en un futuro. Si no estuviese de acuerdo, señalan las fuentes consultadas, se habría ido.