ISABEL MUNERA
MADRID.-
Casi dos millones de menores en el mundo son obligados a ejercer la prostitución o cualquier actividad relacionada con la pornografía en un negocio que los convierte en mercancía y que mueve alrededor de 12.000 millones de dólares al año.
Ayer, en Madrid, se presentó un encuesta que ha encargado el Comité Español de Unicef para conocer la actitud de la sociedad española ante lo que se ha dado en llamar turismo sexual y que aporta, entre otras conclusiones, un dato significativo: un 10% de los entrevistados afirma conocer a alguien de su entorno que lleva a cabo este tipo de prácticas.
Así, pese a que un 85% de los encuestados rechaza la explotación sexual de los menores y considera que se deben imponer penas de prisión a los clientes de la prostitución infantil, un 22% se muestra, sin embargo, permisivo y alega justificaciones basadas en criterios económicos o de índole cultural.
Según el coordinador de Unicef del programa de los derechos de la infancia, Gabriel González-Bueno, «la gran mayoría de las personas que viajan a países en desarrollo y mantienen relaciones sexuales con menores son explotadores ocasionales, no buscan niños, sino que se los encuentran y piensan '¿por qué no?'».
Resulta difícil conocer el perfil de los turistas sexuales, nadie reconoce llevar a cabo este tipo de prácticas con menores, ya que constituyen un delito; pero suelen ser varones, de entre 40 y 60 años -aunque también hay mujeres-, que rebajan sus limitaciones sociales, morales y culturales cuando están lejos de sus hogares, según afirmó el responsable de Unicef.
|