Las madres usarán más el transporte público
Leer la noticia sobre las dudas de UGT en cuanto a permitir el acceso de sillitas de bebés desplegadas en los autobuses me ha hecho esbozar una sonrisa.
Sí, me ha hecho gracia porque desde hace dos años y tres meses, que es la edad de mi hijo, es algo que vengo reivindicando desde mi modesta posición de ciudadana madrileña.
Soy de Barcelona, y a los días de nacer Guille me trasladé a esa ciudad para estar con mis padres y demás. No se me hizo extraño poder subir a los autobuses con el carrito de mi hijo ya que allí está permitido. No os podéis imaginar lo engorroso que puede llegar a ser intentar desplazarte en transporte público con el bebé: que si la bolsa del carro, tu bolso, el niño, el propio carro, la gente... Pese a todo, durante el tiempo que estuve allí utilizaba mucho el autobús; la gran mayoría de ellos van provistos de unos cinturones para atar el cochecito.
Cuál fue mi sorpresa al regresar a Madrid e intentar subir al autobús con mi hijo cuando me dijo el conductor que no podía acceder con la silla desplegada. Evidentemente me quejé al conductor como representante de la EMT en aquel momento, pero me quedé en tierra.
Alguien podría decir: «Pues ve en Metro». Y yo le diría: «¡Ja! ¿Has intentado subir o bajar las escaleras de cualquier estación cargando un carrito, más el bebé dentro, más la bolsa del bebé más tu bolso? Estamos hablando de 15-20 kilos cuando el niño es pequeño y alguno más según va creciendo.
Así que ahora, al ver que desde el día 1 de enero ya puedo subir con mi hijo al autobús sin necesidad de transformarme en Rambo, dejaré aparcadito mi coche en más de una ocasión y me moveré en transporte público.
Ana María Ortega
Que suban, pero con ciertas garantías
Imagino que las dudas serán respecto a la seguridad que tendrá en el autobús tanto tu hijo como el de otras personas, para que, como siempre ocurre luego, no nos llevemos todos las manos a la cabeza cuando haya una desgracia.
Soy de la opinión que los que os desplacéis con niños sí debéis poder subir con vuestro carro abierto, pero creo que con una seguridad para los pequeños; que si se da un frenazo que no pueda pasar nada.
I.
No hay seguridad para niños... ni para adultos
Díganme de qué seguridad hablamos en autobuses que no llevan cinturón, donde la gente va de pie y con más de un 75% de conductores que van como si llevasen entre manos un turismo. Los frenazos, curvas espectaculares, acelerones indebidos y maniobras peligrosas son el pan de cada día.
I.
El conductor de mi bus no estaba enterado
Primer autobús de la mañana del lunes 15. Viene vacío: tres personas, el conductor, mis hijos -uno mayor de tres años y autónomo, el otro de 15 meses, en su silla-, y yo misma. Subo y lo coloco en la plataforma central, carro frenado, niño dentro atado, en el sentido contrario a la marcha...
Pero el sistema de cinturón de seguridad previsto para las sillas de rueda no sirve. Primera curva a razonable velocidad: el carro sale medio disparado pese a las precauciones anteriores. Me pongo de pie para actuar de tope humano.
Segundo autobús, algo más lleno pero con el área central vacía. Intento repetir la jugada y soy increpada por el conductor, que me dice que tengo que cerrar la silla. Según él, no consta notificación oficial, luego debo cerrarlo. Obedezco y bajo del autobús con 10 kilos de niño, más mi bolso, más los 6,5 kilos del carro entre los brazos... y bastante enfadada.
Y yo me pregunto: ¿qué les cuesta publicar una circular en su web o actualizar la información?, ¿no podrían poner uno de esos avisos pegados en el autobús?
I.