Ayer, Zapatero entró, por primera vez desde que designara candidato a Miguel Sebastián, en la campaña de Madrid y, curiosamente, lo hizo para aconsejar una cura de humildad a Ruiz-Gallardón y defender a su hombre: «Hay que ser humilde, aunque se haya ganado una, dos o tres elecciones. La ciudadanía no perdona la soberbia. Nadie que sea votado por los ciudadanos tiene derecho a mostrarse soberbio», advirtió Zapatero a Ruiz-Gallardón, en referencia a su ausencia en la manifestación del pasado sábado.

Pero el presidente no perdió oportunidad para ganar puntos para su candidato e invitó al regidor a «que fuera pensando en lo que puede hacer Miguel Sebastián», porque «hay que tener mucho respeto al rival», informa Europa Press.

El jefe del Gobierno, que hizo estas declaraciones en el Fórum Europa, aseguró que cuando Ruiz-Gallardón dice que su verdadero rival en las elecciones es él, «le traiciona el subconsciente» porque para que ambos se enfrenten, hace falta ser candidato a la Presidencia del Gobierno. «No sé qué estará pensando [Gallardón], ni sé lo que piensa Rajoy sobre lo que está pensando. Yo lo que puedo asegurar es que no me presento a la Alcaldía de Madrid», insistió el máximo responsable del Ejecutivo.

Para Ruiz-Gallardón, que sea el presidente quien se la juega en Madrid le viene de perlas de puertas para adentro. Obliga a la cúpula de su partido a volcarse en su campaña y eleva la batalla por el Consistorio a unas alturas con las que siempre soñó el regidor, las nacionales.

Como consejo, y gratis, Zapatero le recomendó su famoso talante, porque los gobernantes están donde están gracias al voto de la gente: «Cuando te dan su voto, que es lo más preciado que tiene una persona en su condición de ciudadano, te lo dan para que los respetes. El respeto es mostrarse educadamente, no pensar que nadie es más que nadie en democracia». Y advirtió: «Suele pasar que aquellos que más presumen son los más débiles en el fondo».

Pero el jefe de Gobierno no sólo criticó la actitud prepotente de Ruiz-Gallardón, también insistió, tal vez por experiencia propia, en que pedir perdón de vez en cuando es un ejercicio de humanidad e incluso de democracia, y que el alcalde debería hacerlo por no asistir a la manifestación del sábado. «Tiene ese aire de mucha autoconfianza, de mucha seguridad... Estaría bien escucharle que se ha equivocado o que ha cometido un error y rectifica. Sabemos que eso no es frecuente, pero no hay nadie, ni un sólo político, que no se equivoque alguna vez. Cometemos errores y cuando podemos, lo reconocemos», añadió.

Frente al alcalde, el líder de los socialistas presentó a su hombre, a Miguel Sebastián: «Yo siempre tengo un gran respeto a los rivales y creo que es bueno que el alcalde lo tenga por Miguel Sebastián, que todo el mundo conoce sus cualidades políticas y humanas».

Zapatero aseguró que la batalla por el Ayuntamiento se presenta como «una contienda interesante» y, gracias al candidato socialista, «elegante en la lucha y brillante en todo el proceso». E intentó vender a su candidato lo mejor posible: «va a demostrar que, ante todo, puede ser alcalde porque es un gran ciudadano» y «un hombre con enormes cualidades intelectuales».