RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Ségolène Royal atraviesa su primera crisis seria como candidata del Partido Socialista a las presidenciales. No es una impresión periodística ni una valoración interesada de Sarkozy. Es, más bien, el balance de la reunión que la Zapatera mantuvo el martes con la cúpula de su partido.
El diario Le Monde la reconstruía ayer gracias las informaciones de un miembro de la Ejecutiva. Ha cundido el retroceso de popularidad de Royal -Sarkozy la aventaja en tres puntos- como ha trascendido que Ségolène reprocha a sus colegas una cierta falta de disciplina colectiva.
El caso más llamativo cohabita en su propio domicilio. Es decir, François Hollande, primer secretario del PS, cónyuge de la presidenciable y protagonista de una iniciativa unilateral que implica la subida de los impuestos para las rentas superiores a los 4.000 euros mensuales. No se ganan las elecciones con la presión fiscal a la burguesía. Tampoco se entiende que Ségolène pueda convertirse en presidenta de Francia cuando su propio compañero sentimental discrepa de su modelo impositivo.
Quizá porque monsieur Hollande no acepta un papel de comparsa. O quizá porque su estilo de sociata clásico contradice la visión transversal, moderna y posideológica que Royal imprime a su candidatura.
«Hay que resistir», proclamó la mamá de hierro en la reunión del martes a puerta cerrada. Aludía al espacio político y mediático que se ha granjeado Nicolas Sarkozy con la ceremonia de su investidura, aunque también adoctrinó a los colegas con un enfoque del programa político. «La principal batalla será la del empleo. No podemos dejar a la derecha que se apropie de esta cuestión. Hay que reivindicar el valor del trabajo. Porque es en torno a los valores donde hay que desarrollar la plataforma presidencial», explicó Ségolène en el sanedrín de los barones.
Los problemas domésticos, la pujanza de Sarko, la indisciplina del PS y el retroceso en las encuestas, se añaden a las campañas que proliferan contra la credibilidad de la candidata. Algunos medios informativos, por ejemplo, le acusan de haber regateado un impuesto de solidaridad que el Fisco exige a las rentas elevadas, aunque madame Royal ha desmentido las acusaciones con las pruebas documentales y con una insólita indignación verbal.
No le benefician demasiado semejantes rencillas mediáticas. De hecho, Ségolène quiso recuperar ayer su papel de mujer de Estado para proponer a la ciudadanía un nuevo referéndum sobre el Tratado Constitucional. Los electores franceses lo reventaron en 2005, pero la aspirante al trono del Elíseo -los comicios se celebran en abril y mayo- considera oportuno que vuelva a realizarse la consulta popular en 2009.
Es una novedad de su programa. No lo es, en cambio, su voluntad de reformar la ley de las 35 horas semanales. Ayer volvió a cuestionarla para afirmar su autoridad en el seno de la familia socialista.
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