FRANCISCO UMBRAL
Zapatero, hoy presidente, descubrió, siendo muy niño, lo que iba a ser su juguete, el juguete de los niños. Cada uno tiene el suyo, que en cada cual es diferente y en muchos casos ni siquiera acaba de ser un juguete. Así, el niño Zapatero se ensañó y aficionó con una República, que era el juguete de sus padres, el preferido de los niños en aquellos años 30. Desde entonces, nuestro hombre, nuestro hombrecito, viene jugando a las repúblicas y cada vez le salen mejor.
Cada niño, hoy, tiene su república en miniatura como nosotros teníamos un tren en miniatura, que corría por toda la casa, un poco amujerado y accidental de vez en cuando. Cuando Zapatero llegó a la vida política española, estuvimos en la fiesta y nuestro joven capitán pasó todo el día, feliz como un chico con su juguetería, descubriendo los secretos del mono mecánico, de la máquina misteriosa y hasta del jerarca con alambres.
Creyó uno, ya por entonces, encontrar en aquel joven josefino o lo que fuese, a un compañero de aventuras muy marchoso y siempre sonriente. Hoy hemos de reconocer que Zapatero pinta en el agua, repetidamente, un modelo de república que es la del 31 con sus liberales, sus comunistas y su jaleo. Zapatero ha procurado llevar la fiesta todo el rato con su mejor sonrisa, le ha puesto una vecina de Barcelona para que europeíce a las criaturas y así es como todo va marchando muy bien.
Pero hasta ahora nadie ha insistido repetidamente en la simpatía del modelo y los progresos que va haciendo. España es ya una República tercera o cuarta, con dictadores y con militares, que da modelo al mundo. Con los antecedentes de la II República, la de aquellos viejos que también tenían un coche o un tren de pequeña velocidad, la gente, en verdad, no estaba muy satisfecha. Hubieran preferido matar más guardias y más obreros en Casas Viejas, pero los obreros hay veces que se escapan con la cabra y su señora.
Hoy tenemos ya el modelo republicano acabado, que es el que soñara Zapatero en sus mañanas felices y en sus otras mañanas etarras. Dicen que se parece a otros animales y el señor Guerra le puso Bambi, que es tierno e irónico. Nosotros no le pondremos nada porque no nos parece ni tierno ni irónico sino un poco niño bien que no acaba de caer mal. No era un partido político ni un partido de fútbol lo que perseguía con su modelo el modélico José Luis. Era una república socialista en sus movidas y soviética en sus motines. Hoy, toda España es así, pero sin dar un ruido y con mucha seguridad en su destino. Algo así como una falange de izquierdas, con una Pasionaria de Woman. Zapatero ha sabido encontrar un personaje para su modelo y un modelo para su personaje humano. Lo tenemos todo, pero el otro día, en la movida socialista, que a Carmen Rigalt no le gustó nada, se diría que faltaba ese Azaña definitivo que necesitan todas las repúblicas. Pero no hay que alarmarse. En la próxima manifa ya tendremos de todo y algún sindicato le traerá a Zapatero un ferrocarril con bombardeo dentro, que es como ahora se llevan.
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