LAZARO COVADLO
El mundo da la impresión de que está por acabar. Mientras la ciencia descubre nuevas curas para viejos males, nuevas enfermedades aparecen y nuevos países se proveen de armamento nuclear. Las más recientes amenazas se llaman calentamiento de la Tierra y deshielo de los casquetes polares. Sí, pareciera que todo está llegando a su final. Sin embargo, el sexo permanece.
Pese a todo lo que puedan decir, el sexo permanece. O quizá debiera hablar de los juegos sexuales. Ahora que para muchos Internet se ha convertido en un sustituto del televisor, el zapping lo hacemos en la Web. Así te enteras de lo que quieres, desde las técnicas para descifrar jeroglíficos a la ruta marina que va de las Azores a Tierra del Fuego. Pero entre toda esta maraña de información, lo más jugoso son las bitácoras personales, más conocidas como blogs. Personalmente los encuentro de lo más divertidos e instructivos.
Lo que tienen estos sucedáneos de diarios íntimos, arrojados de la intimidad para ser expuestos ante el mundo, es que permiten a sus hacedores soltar los diablos internos. Sobre todo los demonios del sexo. En estas bitácoras ya no aparece la consabida oferta sexual de índole mercantil. Aquí te encuentras con confidencias descaradas, siempre amparándose en el anonimato o en un nombre falso. Por ejemplo, las confesiones (¿auténticas?, ¿falsas?) de una tal Kathy Rosales: (www.sexomaldito.com), nombre que ignoro si es verdadero o se trata de un apodo. Lo singular de estas confesiones es que manifiestan un aparente odio por el sexo, pero en realidad se trata de una hipocresía mayúscula. Veamos cómo se presenta: «Aborrezco el sexo, pero siempre me he visto envuelta en sus malditos embrollos. Toda la vida procuré ser una chica pura y casta, pero la vida y los hombres no me dejan».
Esto de ser «una chica pura y casta» no se sabe si va de coña o si es que lo dice con toda seriedad una afiebrada lectora de Corín Tellado. Pero es que Corín Tellado escribe con mucha más sutileza, ¡caray! Leamos otra joyita confesional de la inefable Kathy Rosales: «Tengo 29 años y estoy casada. Amo a mi marido, pero no puedo evitar serle infiel. Lo soy muy a mi pesar, y siempre ha sido por causa de mi buen corazón, pues no soporto que ningún hombre sufra por mí, por el deseo de disfrutar de mi cuerpo.Yo jamás los busco, pero ellos -pobrecitos- van detrás de mí como las abejas por la miel. En todos los casos caigo en la trampa, pese a que odio el sexo y amo la vida del espíritu».
Ya vemos que esta espiritual mujer es una gran sacrificada. Una santa, vamos. Y para demostrarnos cuánto lo es, a lo largo de su escrito va cayendo paulatinamente en las más escabrosas confesiones, siempre referidas a todo lo que se ve obligada a hacer por culpa de su buen corazón, eternamente aprisionada por ese maldito sexo que tanto la aleja de la felicidad. Pues sí, el mundo parece que se acaba, pero al maldito sexo sigue de lo más lozano. El sexomaldito de Kathy Rosales. ¡Vaya rollo!
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