El único beneficiario del maremágnum que vive CiU tras su pírrica victoria en las autonómicas de noviembre parece ser Josep Antoni Duran Lleida, presidente del comité de gobierno de Unió y secretario general de CiU, aseguran fuentes próximas al partido. Y se lo piensa cobrar: exige confeccionar en solitario las listas de las próximas elecciones generales y que el equipo electoral de Artur Mas no intervenga en la campaña.
De momento, mientras los adictos a Mas cierrran filas y le defienden antes de que nadie les ataque, Duran puede exhibir el trabajo realizado en Madrid como líder del grupo catalán. De lo que ocurra en Madrid, precisamente, puede depender el futuro de la federación nacionalista. Por eso Duran quiere controlar todo el proceso.
A pesar de que Duran es el único que lo reconoce en público, fuentes próximas a la dirección de CiU aseguran que sus miembros se han convencido por fin de lo que parecía una obsesión para muchos: con la jubilación política de Jordi Pujol las mayorías absolutas en el Parlament no volverán en muchos años. Y, lo que aún es peor para su futuro, mientras el tripartito compuesto por el PSC, Esquerra Republicana, e Iniciativa sumen 68 escaños, nadie les desalojará del Palau de la Generalitat.
El sector más soberanista de Convergència, del que son líderes destacados el hombre de confianza de Mas, David Madí -responsable, por cierto, de la campaña electoral que impidió al presidenciable de CiU alcanzar los 50 diputados- y Felip Puig, considera que la posición de Duran no es sino su posición natural. A la vista de que podría aparecer como una fuerza política aislada durante la campaña para las autonómicas, deducen, Duran exige que se inicie ya el acercamiento al PP catalán de Josep Piqué. Sólo sumando fuerzas con el PP podrá volver a colocar a uno de sus hombres como inquilino de la Casa dels Canonges. Sin embargo, Duran no ha perdido el tiempo durante los dos años que lleva en Madrid.
Las encuestas más recientes, realizadas en todo el territorio español, y a las que ha tenido acceso Duran, vaticinan una victoria electoral del socialista José Luis Rodríguez Zapatero pero por muy escaso margen. Tan escaso, que el Congreso de los Diputados podría reproducirse una situación a la catalana: que, a pesar de que haya una fuerza política que gane las elecciones en votos y en escaños, si se queda muy lejos de la mayoría absoluta, podría verse como CiU, victoriosa en los comicios, pero condenada a la oposición.
Los soberanistas de CDC creen que Duran está obsesionado por ser ministro en virtud de un pacto de esas características con el PP. Pero lo cierto es que el dirigente democristiano ha dado sobradas muestras de que puede llegar a acuerdos en cuestiones de Estado tanto con Mariano Rajoy como con Zapatero.
Duran y los suyos creen que la campaña de Madí es una de las principales responsables del resultado eletoral de noviembre, por eso quiere controlar también la campaña: ni DVDs, ni contratos ante notario ni fórmulas mágicas.
Además, en la nueva joven guardia de Convergència ha empezado a calar la sensación de que tienen un topo de Duran infiltrado entre sus filas. Todas las miradas se dirigen a Antoni Fernández Teixidó, el más pragmático de los vicesecretarios de CDC. Lo cierto es que Duran cuenta, de momento con el apoyo del establishment que ve a los soberanistas de Convergència como una versión liberal de Esquerra.
Un rígido reparto de papeles
CiU estableció en 2004 en un detallado manual cómo establecen los partidos los lugares en las candidaturas de todas las elecciones
BARCELONA.- La elaboración de las listas electorales siempre ha sido un asunto conflictivo para CiU. En la Conferencia Nacional que celebraron los nacionalistas en 2004 se estableció un «protocolo de bases para la federación» que incluía un detallado manual que establece de qué manera se confeccionan las candidaturas en los diferentes comicios a los que concurre CiU. Sin embargo, en ocho poblaciones medianas -entre ellas Igualada, Sitges y Palamós- CDC y UDC mantienen abierto un conflicto para designar al cabeza de lista de cara a las municipales del próximo 27 de mayo.
El protocolo establece que será la Comisión Ejecutiva Nacional quien proponga los candidatos a encabezar la lista del Congreso, el Ayuntamiento de Barcelona y las elecciones europeas. A partir de aquí, el documento entra en diferentes supuestos: el número dos de la lista al Parlament tendrá que ser del partido que no ostente el número uno (siempre ha sido Convergència); el candidato a la presidencia del Parlament será propuesto también por el partido que no encabece la candidatura en las autonómicas; y el número uno de la lista al Parlament, al Congreso y al Ayuntamiento de Barcelona serán propuestos consensuadamente por los partidos federados en la Comisión Ejecutiva Nacional, y uno de ellos será obligatoriamente de Unió Democràtica.
Además, al partido democratacristiano le corresponderá siempre «encabezar la lista electoral por la circunscripción de Lleida, Girona o Tarragona». También se establece que, «en caso de asumir responsabilidades de gobierno», como pretende Duran, «será necesaria la conformidad de ambos partidos para establecer pactos o condiciones de gobierno con otras fuerzas políticas, así como para determinar los acuerdos para el posible apoyo parlamentario».
Lo cierto es que el movimiento de Duran viene a coronar unos meses convulsos para CiU, que se iniciaron cuando se quedaron por segunda vez fuera del Gobierno de la Generalitat. Este diario publicó la semana pasada el penúltimo enfrentamiento, que se originó en una acusación anónima a Artur Mas por cuanto habría dejado de lado los órganos de gobierno de la federación para pasar a tomar las decisiones con su núcleo de íntimos. Fuentes de CDC acusaron a los convergentes Antoni Fernández Teixidó y Antoni Vives de elucubrar con la existencia «una falsa corriente interna».