REAL MADRID 1
BETIS 1
Diego López
Torres
Sergio Ramos
Helguera
Raúl Bravo
Diarra
Gago
Reyes
Robinho
Higuaín
Van Nistelrooy
Cambios: Nieto por Reyes (min. 69)
De la Red por Diarra (min. 83)
s.c.
Doblas
Isidoro
Melli
Nano
Romero
Juande
Rivera
Maldonado
Fernando
Xisco
Dani
Cambios: Wagner por Xisco (min. 60)
Robert por Maldonado (min. 66)
s.c.
Edu por Dani (min. 72)
s.c.
Arbitro: Mejuto González
Tarjetas amarillas: Maldonado, Ramos, Doblas.
Goles: 1-0: Robinho (min. 4). 1-1: Dani (min. 36).
SANTIAGO BERNABÉU. 40.000 ESPECTADORES.
MADRID.- Ya es un equipo vulgar y antiestético del que sólo se puede esperar mediocridad y tedio. Lo han conseguido. Sí. Ese club que hace pocos años fichaba a tipos como Figo, Zidane, Ronaldo o Beckham, ahora se limita a tirar de Nieto por la banda derecha, Torres por la banda izquierda y De la Red para construir. Dicho todo con el respeto que se merecen unos críos que no tienen la culpa de que Ramón Calderón sea el supuesto presidente del Real Madrid o Fabio Capello el supuesto entrenador de un club que fue grande y que ahora es lo más cercano a un equipo tan animoso como modesto y estrecho de miras, el típico grupo de voluntariosos futbolistas para los que jugar al fútbol es algo tan complicado como descifrar un jeroglífico con los ojos vendados.
El equipo que antes atendía por el nombre de Real Madrid quedó eliminado de la Copa por un puñado de suplentes de un rival que anda por la zona de descenso. Para algunos, no pasa nada. Para los madridistas normales pasa que hay que pedir explicaciones y a lo mejor hasta pedir que alguien diga que se va. Como poco. Independientemente de que ayer elevara un poco el listón de su fútbol. No mucho, sólo un poco. Lo justo para caer.
Para completar el desastre, hasta dos estúpidos en la grada del Bernabéu perdieron los nervios y atropellaron a un juez de línea con una botella de dos litros y al portero rival con un teléfono móvil. Hacía muchos años que no pasaba nada parecido en la casa blanca. Pero ante la vulgarización reinante y permitida por la cúpula cualquier cosa puede esperarse. Y ninguna buena.
Para un club sometido a un terremoto diario, sólo faltaba esta vergonzante eliminación ante un adversario menor y automutilado. No caben excusas. Ni siquiera una leve mejora en un fútbol que hasta hace semanas era cavernario y que ahora busca un punto de dignidad desde el compás de Gago, un tipo que ha tenido la mala suerte de caer en el proyecto equivocado y que debe seguir en la plantilla cuando en los despachos y en el banquillo aparezca gente con sentido común. Gago está muchos cuerpos por encima de aquellos que tienen que darle instrucciones.
Este Madrid que raya el ridículo cada vez que salta al campo ni siquiera fue capaz de superar en su propio estadio a un equipo que está al borde del descenso a Segunda División y que apareció con una tonelada de suplentes y con dos chavales del equipo de Tercera. Luis Fernández pasaba olímpicamente de la Copa del Rey pero lo que han fabricado Calderón, Capello y Mijatovic es tan peculiar que hasta da facilidades a aquellos que acuden al Bernabéu pensando que van al matadero. Este Madrid sería capaz de jugar mal, perder y caer en el caos hasta en una liga de solteros contra casados.
Para colmo, este Madrid fue capaz de adelantarse en el marcador gracias a Robinho. Sí, el mismo al que sus dirigentes han calificado como borracho y poco comprometido. El chaval hizo lo que pudo, fusiló el 1-0 tras un córner y provocó un penalti que no fue pitado por el árbitro y que podía haber resuelto la noche.
El partido ya se coloreó con mal aspecto para el Madrid cuando el Betis C, que no era ni el B, se adueñó de la pelota y se mostró con descaro antes del descanso. En el Bernabéu se atreverían a jugar al fútbol hasta los Menphis Grizzlies.
Dani igualó en un despiste defensivo y el Madrid se fundió. Los intentos de Gago e Higuaín, buenos jugadores, pero pipiolos para lo que les piden, se fueron diluyendo. Capello, que sabe mucho de fútbol, miró al banquillo y encontró a los canteranos. No, no estaban Beckham ni Ronaldo, que deben tener la peste. Estaban unos críos a los que ha jaleado gente capaz de asegurar que el brasileño y el inglés ya no tienen nada que decir y que se calla cuando siguen jugando tipos tan sospechosos como Diarra o Van Nistelrooy. Allá ellos.
Sí, en la segunda parte dominó el equipo blanco y mereció algún gol. Sólo faltaría ante semejante adversario. Pero el balón no entró y Capello, el adalid del resultadismo perdió otra vez. Los argumentos se agotan.