El balonmano busca referente desde esta tarde en el Mundial de Alemania. No hace todavía dos años que la selección española se proclamó campeona en el mismo torneo y de nuevo el calendario la obliga a ponerse en carretera. Debuta mañana, hoy lo hace la anfitriona (Alemania-Brasil, 17.30 h.), con la sensación de que no ha disfrutado lo suficiente la conquista de Túnez, donde se tocó la cima tras años de lenta progresión. El torneo de Alemania se recibe por los máximos protagonistas de este deporte con preocupación debido a la espesura de competiciones. La presencia bienal de la cita exprime al máximo a unos profesionales que terminan cada temporada con cerca de 80 partidos en las piernas.
La Federación Española ha solicitado recientemente a la Federación Internacional de Balonmano (IHF) que el Mundial vuelva a la periodicidad anterior, cuando se celebraba cada cuatro años. Un ritmo que cambió desde 1990, con la irrupción del dinero y la televisión en el deporte. Entonces se redujeron los plazos y cada curso empezó a acoger una gran cita internacional, sea Europeo o Mundial. Subiendo el nivel en los años olímpicos, donde los jugadores deben afrontar dos grandes campeonatos de selecciones.
El último apretón de la IHF, que ha puesto en guardia a los gestores nacionales del balonmano, ha sido la creación de un torneo preolímpico en el que las selecciones tendrán que buscar una plaza para Pekín 2008. Se llevará a cabo en el mes de mayo del próximo año, entre el Europeo y los Juegos. De este filtro sólo se salvará el equipo que conquiste el Mundial de Alemania, premiado con un billete directo a la capital china.
«El calendario actual es una barbaridad». Habla claro Jesús López Ricondo, el presidente de la Federación Española. Teme que la sobreexplotación del producto termine por quemar a los jugadores. El físico de los mejores está en peligro. Iker Romero o Rolando Uríos, pertenecientes al Barcelona y al Ciudad Real, respectivamente, habían disputado, antes del parón navideño, más de 30 partidos.
Liga Asobal, Copa Asobal, Liga de Campeones, encuentros internacionales, amistosos, Supercopa de Europa... «Hemos entrado en una dinámica muy peligrosa para el estado físico de los jugadores», alerta López Ricondo. En el Europeo de Suiza de 2006, los chicos de Juan Carlos Pastor saltaron a la pista ocho veces en 11 días. Un maratón de partidos que dejó fundido al equipo en la final, ante Francia. «No todo es negocio, tenemos que cuidar nuestro deporte. Es una locura incluso para el aficionado, que no se entera con tantas competiciones. El Mundial tendría que ser cada cuatro años», dice el federativo. Sin embargo, los patrocinadores se multiplican con la selección de por medio. El balonmano de clubes sigue todavía lejos del impacto que alcanza el equipo nacional. Las marcas analizan las audiencias que deja España e invierten en la camiseta. El presupuesto anual de la federación se aligera con los 1,4 millones de euros provenientes de la publicidad. «Hay dinero en el balonmano, hay muchos partidos, pero los jugadores de la clase media o media alta no lo han notado en sus sueldos», indica Mateo Garralda.
Inauguración.
Alemania ha diseñado un Mundial más desahogado de compromisos que citas anteriores, con mayor número de días de descanso, sobre todo, en la segunda semana, donde se disputarán las medallas. Si España llega a las semifinales, habrá disputado 10 encuentros en 16 días. También la lista de jugadores que manejará Pastor será mayor, con la posibilidad de realizar cambios, en caso de lesionados, al finalizar las dos primeras fases. «Es fundamental oxigenar el equipo y utilizar un plantel amplio de jugadores. El oro se ganará combinando calidad y resistencia», apunta Juan Carlos Pastor.
Con España y Francia al frente de las apuestas, Croacia, Dinamarca o Alemania intentarán pugnar también por la medalla de oro. Los anfitriones, con un bloque mermado por las ausencias y liderado por Florian Kehrmann y Pascal Hens, pretenden sorprender a los máximos favoritos apoyados por una afición que ya ha agotado las entradas de todos sus partidos. Esta tarde, 10.000 espectadores llenarán el imponente Max-Schmeling-Halle de Berlín. Fútbol aparte, el balonmano se lleva el interés deportivo de los alemanes, que se consideran creadores de la especialidad en 1917.