A. L.
MADRID.-
El gobierno corporativo y la estructura de propiedad de las cajas de ahorros han suscitado un profundo debate en el sector financiero. Máxime cuando estas entidades pujan por salir al exterior y comportarse como sus rivales, los bancos, cuya naturaleza es bien distinta a la de sus competidoras. La presencia de los políticos en los órganos de poder de las cajas y la forma de propiedad de las mismas ha hecho que la Fundación de Estudios Financieros presente un trabajo sobre el modelo de tales instituciones crediticias.
En este informe se incluyen un conjunto de recomendaciones que, de momento, han sido bien recibidas por las entidades afectadas, debido a que se defiende y se reconoce la «relevante» gestión de la obra social y se propone más autonomía de decisión empresarial, así como mejoras en tareas de gobierno corporativo.
El trabajo, dirigido por el presidente de la Comisión Académica y Científica de la fundación, José Pérez -presidente de Intermoney-, así como por Lupicinio Rodríguez y Alfredo Jiménez, insta a que se acabe con el conflicto de la «doble supervisión». O lo que es lo mismo: que se reduzca por debajo del umbral del 50% la presencia de administraciones públicas en los consejos de las cajas, fudamentalmente los consejeros designados por las comunidades autónomas que son, en última instancia, las que preservan poderes de autorización de decisiones. Para estos expertos, esta situación «afecta negativamente a los procesos de fusión de entidades y a las emisiones en mercados de capitales». Además, reclaman una «mejor coordinación de los supervisores» y la igualación de las regulaciones relativas a la distribución de resultados de cajas, bancos y cooperativas de crédito.
«Las administraciones autonómicas han adquirido una preponderancia paralela a su peso en las políticas públicas del Estado que, en ocasiones, puede haber desequilibrado los órganos de gobierno», indica el estudio, en el que se pide más «autonomía» en la composición de la asamblea y en la duración de los mandatos.
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